EL ZAGUÁN

Albatros

Nuria Ortega Riba.

Nuria Ortega Riba.

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Nuria Ortega Riba tiene un enjambre de relámpagos atado a sus versos. Hay palomas centelleando en cada línea que escribe. Sus palabras están revestidas de una rara eternidad: «No faltará el aire, no sobrará la herida./ No llorará el mar, no clamarán los bosques», dice en un par de versos memorables pertenecientes a su poemario ‘Albatros’, con el que ha conseguido el Premio Espasa de poesía. Hay que celebrar la belleza de este libro que parece tocado por el dedo azul de un ángel. Uno entra en sus versos como si lo hiciera, al mediodía, en el resplandor de un bosque de olmos blancos. Pocas poetas jóvenes escriben como ella.

En sus versos la noche de invierno huele a arcilla, las gotas de lluvia abrazan las farolas como un tembloroso manojo de luciérnagas. Nacida hace muy poco en Almería, en el año 1996, ya ganó el Adonais con ‘Las infancias sonoras’. Y ahora en ‘Albatros’ de nuevo vuelve a ser la poeta admirable, sabia, sigilosa que ve «el ala de la libélula/ en el recogedor» y ata su espíritu al temblor de «un hilo rojo» que drena el silencio de una habitación. Nuria Ortega Riba es una poeta prodigiosa que escribe «campos de arado en el cielo» sintiendo en su alma el temblor de un rayo verde.

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