LAS GUARDAS

Ventas y debut

Las Guardas

Las Guardas / Diario CÓRDOBA

Ya no saben qué hacer para vender un libro. Pero un libro de los de verdad. Para que un libro se venda, sin florituras ni artilugios, el libro debe ser bueno, simplemente. Los libros malos no se venden, se adquieren para seguir acumulando ignorancia, y ahí radica su éxito. Si en el fondo nos quieren tontos, imbéciles que leen basura (o que no leen nada). Efectivamente el pueblo sigue leyendo basura. Y la mayoría de los editores (sobre todo los comerciales) lo saben y lo implementan. Se ponen de moda las antologías porque el editor piensa que, con varios incluidos, cada uno adquiere un número de ejemplares y entre las presentaciones en distintas provincias y demás, ya tienen la edición vendida. Pero la realidad es otra. Los autores prefieren que le regalen los libros. Una antología puede ser, en estos tiempos, lo menos literario del mundo. «Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres», escribió Heine.

Otra de las cuestiones que tienen en la cabeza los editores son los inéditos. ¡Oh, un inédito! ¡Un inédito de Juan Ramón! ¿Otro inédito de Juan Ramón? Si Juan Ramón levantara la cabeza. ¡No lo toques más, que así es Juan Ramón!

Alexander Lernet-Holenia (1897–1976) uno de los escritores austriacos más reconocidos de su época, siempre prefería considerarse un poeta, y así lo manifestaba. Incluso publicó sus primeros poemas bajo el auspicio de Rilke. Pero su suerte (o su desgracia) hizo que fuera por sus obras narrativas por las que se le reconociera: ‘Aventuras de un joven caballero en Polonia’ (1931), ‘Yo fui Jack Mortimer’ (1933), ‘El estandarte’ (1934), ‘El barón Bagge’ (1936), ‘La resurrección de Maltravers’ (1936), ‘Marte en Aries’ (1941) o ‘El joven Moncada’ (1954). En los últimos tiempos estamos asistiendo al debut narrativo de muchos poetas, sobre todo féminas. Ahora resulta que debemos aguantar, con un cierto estoicismo revenido, una nueva creación en prosa que dice lo mismo o menos de aquella creación que pasó desapercibida a los ojos de la literatura, pero que caló, con cierta honra, en todos aquellos ignorantes que no han leído un clásico en su vida. La cosa va de debut, de debut narrativo de esos creadores de otros géneros que desean llamar la atención por falta de intención. «No es preciso tener muchos libros, sino tener los buenos», escribió Séneca.

Lo del Planeta, bueno, mejor no hablar de eso. Ya ni se esconden, y no merece la pena en absoluto. Al final, la literatura no era eso.

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