AMANECERES

Carnavales

Máscara de carnaval.

Máscara de carnaval. / CÓRDOBA

Recién pasados los carnavales, fiesta de tradición cristiana cuyo origen, posiblemente, se remonte a celebraciones paganas en honor de Baco, dios del vino, las Saturnales y las Lupercales romanas, durante las que se subvertía el orden establecido. Una vez más, confieso mi devoción por esa divertida máscara, lanzada a la calle, que pasa de grandes concursos y vistosos desfiles, con el atuendo más simple, para incitarnos al miedo, la sonrisa, o el más tonto de los mosqueos. Y esta simplona afición que siento yo por la máscara única y bobalicona me llevó, este año, a disfrazarme de ella. Compré una careta con la más inocente y cándida de las sonrisas, coloqué sobre mi pecho una cartulina verde chillón donde escribí cuidadosamente: «Mi compromiso, un mundo mejor», y me lancé a la calle. Los viandantes se acercaban curiosos ante mi improvisado atuendo, pero apenas descubrían la connotación de mi mensaje se marchaban con caras de sarcasmo y cierta ironía. Percibí indiferencia. Yo había cumplido mi misión y, por momentos, sentí la adrenalina y el placer que producen el poder y la mentira.

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