Entiendo que toda buena poesía y todo buen poeta han de tener sus propias claves, tanto interpretativas como rítmicas, y tanto en el fondo como en la forma. Esas claves que forman parte de un código poético cifrado, más o menos encriptado, no resultan siempre fáciles de interpretar; aunque normalmente la crítica literaria y los estudiosos suelen aproximarse a ellas para hacer más accesible la obra al lector en su riqueza y variedad. El universo de la obra poética constituye un microcosmos cuyo funcionamiento está regido por sus propias reglas, y a menudo esas reglas están vinculadas muy directamente con aquel que las instituye; esto es, el autor. Hablamos así de una obra personal o singular cuando su autor ha querido dotarla de marcas indelebles de su personal originalidad e idiosincrasia. Tal me ha sugerido a mí la lectura de la antología «apócrifa» del poeta sevillano Pedro Rodríguez Pacheco (Sanlúcar la Mayor, 1941), la cual lleva por título ‘Memorial del arte de la seda’, que nos llega tras las compilaciones anteriores de su poesía, tales como ‘De libre edad’, ‘La leyenda del sábalo’ y ‘La última vendimia’, trilogía de la cual forma parte el libro que comentamos. 

Creo que, en cierto modo, la obra poética de Rodríguez Pacheco está marcada por el signo de la heterodoxia; lo que la ubica en los límites, si no en el extrarradio de la poesía actual más ortodoxa; si bien el poeta sevillano no renuncia a las señas de identidad que le son propias; tales son el barroquismo que distingue a la cultura andaluza y los guiños a sus compañeros de generación. Estamos sin duda, ante un poeta culto que domina amplios registros y que sabe traer a colación, intercalando en sus textos, esas señales que lo delatan ante el lector avisado. Poeta del amor por excelencia, afronta el erotismo y la pasión con inusitado vigor poético en imágenes de una gran fuerza expresiva. Pero, igualmente lo es de la belleza en todas sus manifestaciones y, singularmente, en la corporeidad y la naturaleza: clásico, en cuanto a su vinculación con la literatura greco-latina, renacentista y barroco, romántico y modernista, que recala en el siglo XX para retomar el vuelo en el XXI. De la delicadeza a los rigores de lo estilístico va una poesía que es tratada con finura, exquisitez y mano delicada, ‘ma non troppo’. Porque el sentimiento elegíaco viene representado por la conciencia del paso del tiempo, y con él la pérdida de tanto como el corazón y la memoria atesoraron. Tal le supone al poeta la constatación de la vejez y la pérdida de la juventud, esa edad que nos asemeja a los dioses. La pasión define la edad núbil y el entusiasmo por la vida; por lo que en ciertas etapas solo podemos acceder a ella a través de la memoria, desde la constatación de lo que, al presente, somos.

Rodríguez Pacheco nos habla, en su «prolegómeno» introductor al libro, de insatisfacción en la gestación de esta obra y de su visión intuitiva al ubicarse en un laberinto desde el que felizmente logrará recomponer o cifrar el itinerario de salida, aunque esta no fuera la inicialmente prevista. Él traza de alguna manera ese laberinto y esa salida, pero deja al lector libertad para encontrar la suya propia. Aquel caos textual es sinónimo del caos vital al que, tarde o temprano, nos enfrentamos todos y, dotarlo de un orden, es tarea del creador, o del lector en su caso. En todo universo reina, pues, un caos; pero ese caos no impide atisbar el orden que lo rige, por muy encriptado que parezca. No se trata, pues, de una antología donde los textos se seleccionan cronológicamente, sino que interactúan entre sí, entran al quite unos de otros, se provocan o dialogan en una suerte de código íntimo. La seda es la delicadeza y la suavidad del tejido que acaricia, y es también el arte y la belleza, la pasión y la música. Pedro Rodríguez Pacheco tiene más de romano que de andalusí y es poeta escultórico más que pintor. En su palabra esculpida, en su sólido, culto y equilibrado castellano, en sus versos cincelados a golpes de intuición imaginativa y oficio, hay sangre que fluye por el torrente arterial y venoso. Dejémosle «la concreción poética de esa angustia creativa que no terminaba de romper (…) aquella espontaneidad, aquel hervor, aquella agilidad iluminativa, aquel apasionado entusiasmo…», los cuales no han de morir si no es con nosotros.

'Memorial del arte de la seda. Antología apócrifa'

Autor: Pedro Rodríguez Pacheco.

Editorial: Canena. Barcelona, 2022.