Escribía Gary Snynder (San Francisco, 1930) que «es muy fina la línea entre uso y mal uso, entre reificación y celebración». Y concluye Snynder: «La línea divisoria está en los detalles».

Pero ahora algunos se plantean analizar al detalle (en este caso mal detalle) la dimensión ética de los autores, de los artistas. Otros lanzan campanas y elevan a la categoría más sublime lo que denominan (sin sentido, a veces) un gran valor cívico. 

Me pregunto porqué no leen a los clásicos, en vez de perder el tiempo en redescubrir aquello que no se puede promulgar. Somos tan artificiales y complejos que creamos lo que ya está creado, decimos lo que ya está escrito, o admitimos lo inadmisible.

Lo único claro en estos tiempos es que el tomate ya no sabe a tomate. Y da igual que sea de Los Palacios, Muchamiel, o de Aretxabaleta. Nos están engañando. El tomate ya no sabe a tomate.

Los últimos tomates que verdaderamente sabían a tomates eran estéticamente feos. Los estudiosos podrían decir que su dimensión estética no era la correcta. Y ya se están metiendo donde no les llaman. ¡Es qué hay tantos estudiosos! Y lo que no saben o dominan se lo inventan. Baste leer alguna reseña de algún suplemento nacional, de esos que no conocen ni la ética ni la estética.

Hay que leer a los clásicos, esos sabios permanentes que nos otorgan un poco más de libertad, un mucho más de esencia, en este falso tiempo donde el sabor del tomate ha pasado a ser un mero recuerdo, pero con unas dimensiones éticas más que considerables.

Recuerdo el texto de Snynder «La mujer que se casó con un oso», y a propósito de él escribía: «La esposa del oso fue recordada como una diosa bajo muchos nombres. Pero ese tiempo se ha acabado. Los osos están siendo diezmados, los humanos están en todas partes y el mundo verde está siendo desgarrado, arrasado y reducido a cenizas por el avance de un mundo gris que parece no tener fin».

Los clásicos no son los tomates de hoy día. Y su sabor, su olor, su digestión es y será maravillosa siempre, a pesar del mundo gris que nos rodea.