Francisco David Ruiz fue becado por la Fundación Antonio Gala y allí desarrolló una idea literaria que fue cambiando a medida que iba conociendo lo que podían ofrecer personas que se convertirían en personajes y saldrían a la luz después de un vergonzoso silencio que las orilló doblemente, una en el momento que les tocó vivir y otra en el que les tocó desaparecer. A los dos se enfrentaba el autor en su primera creación narrativa, proveniente de la poesía.

La pretensión, como él ha indicado en alguna ocasión, residía en dar voz a quienes no la tuvieron, sobre todo mujeres. El propio Antonio Gala le hizo caer del caballo y decidió dar una vuelta del revés a su idea originaria, se propuso mostrar la voz de quienes la tuvieron, pero se la callaron.

El escenario que sirve de fondo a las distintas historias que se plantean transcurre en un pueblo cordobés y sus alrededores, donde una vez finalizada la guerra civil ya nada es igual. A lo largo de seis capítulos, que parecen tener independencia, pero que acaban cruzando la vida de los personajes, se nos muestra una historia que vertebró durante un decenio la vida rural, el silencio. No por casualidad es una de las palabras más repetidas a lo largo del texto. Muchas vidas sobrevivieron en el eterno silencio asfixiante de la represión y resistencia, organizada en el otro lado por quienes vencieron en la guerra, como ocurre en todas las guerras. En ese sentido podríamos catalogar la creación del autor ruteño como memoria histórica, aunque sería un ejercicio de simplificación porque más allá de esa visión necesaria existen unas historias recogidas de la vida misma, poliédricas, donde un revolucionario puede ser cobarde y egoísta, un maestro sufrir la saña de dos bandos, un médico del bando ganador ayudar a un supuesto enemigo. Lo que resulta inevitable es que algunos personajes al verse elevados por el uniforme, pátina de victoria, ofrezcan la peor cara del ser humano. Una mujer anciana opina sobre la memoria histórica y su dificultad: «Lo malo es que la memoria histórica es una y trina… por eso nunca se puede contar completa».

Las verdaderas protagonistas del relato son mujeres. La diferencia del autor - nacido en 1987- con ellas ha partido de una relación de tercera generación, con quienes no fueron padres ni madres, sino abuelas. Fruto de la investigación, ha echado mano de la oralidad para escuchar muchas historias directas o indirectas, alguien que conocía a alguien que vivió unas circunstancias. Ese trasvase de información queda reflejado de variadas maneras en el libro, entre ellas la potente imagen del cántaro, con el que acudían las mujeres a la fuente y donde podían tener un momento suyo, desde el que se ofrecía y recibía información, como los lavaderos comunales. El juego simbólico de palabras del título hace el resto. Esas mujeres transitaron sus vidas con el silencio, que tan solo al final han podido sacar a la luz.

El autor lo muestra a través de heteroglosia, lo apunta la profesora María Mosquera, cambiando de registro y de narrador, las voces se expanden y el tipo de mujeres: casadas, solteras, amancebadas, luchadoras, clasistas, subyugadas a un hombre; a la par que los hombres que conforman un variado muestrario entre la heroicidad y lo sanguinario, lo amable y lo destructivo. Una protagonista reflexiona así: «Las mujeres somos de carne también, y también nos dolemos. Y tenemos sangre y huesos y nos duelen las cosas. Pero tenemos más aguante que nadie. Y para callar, más. Tragar y tirar». 

La novela desde su publicación no ha dejado de leerse como demuestra el hecho de que se ha reeditado varias veces. Que fuese premio de narrativa de la propia Fundación Antonio Gala y finalista del premio de la crítica en Andalucía eran buenas premisas para que tuviera recorrido la creación de Francisco David Ruiz, pero sobre todo, la buena crítica de un lector a otro ha sido fundamental para ello. Anterior a La trinchera infinita y posterior a El lector de Julio Verne de Almudena Grandes o Los girasoles ciegos de Alberto Méndez, que también recogieron voces silenciadas. Un logro contrastado entre quienes la releyeron y consideran que mejora aún más en esa segunda lectura. No es mal elogio.

‘Alma de cántaro’

Autor: Francisco David Ruiz

Editorial:Booket (Planeta): Barcelona, 2021