Cumplidos los cien años de Ginés Liébana, salen a la luz destacables novedades bibliográficas que debemos glosar. Hoy nos vamos a detener en Si me pides romero. Poesías escogidas, que es fruto de los buenos oficios de Juan Carlos Reche, y en Beauty. Diario sentimental 1940-1949, que ha editado Raúl Alonso.

El trabajo de Reche es excelente. Realizar una amplia antología de la poesía liebanesca con tanto criterio como acierto y ubicarla en una colección prestigiada, algo que hacía mucha falta, no es poco. La selección elaborada permite un acceso grato, manejable y convincente a la lírica de Liébana, convirtiendo en virtud -sin por ello abandonar un respeto escrupuloso a la autonomía del creador- algunas de las rémoras hasta ahora existentes. Por añadidura el responsable ha corregido errores, mejorado con perspicacia la distribución versal y dotado a los poemas del espacio o aura que necesitaban para respirar y ser aprehendidos. Leyendo de corrido esta estupenda recopilación se corrobora lo distinto y original respecto al Grupo Cántico que es nuestro personaje, así como la hondura, el carisma y la complejidad de su universo.

Ginés Liébana, por descontado, no es un escritor literario en el sentido habitual, sino que lo es un adarme en el sentido irónico mediante el que pretendiera provocar Breton a sus contemporáneos al llamar Litteráture a la revista que dirigió a partir de 1922. Como en el surrealismo, hay en su escritura algo por una parte más mistérico, desbordante, peculiarmente cognoscitivo, recóndito e inaudito que en la poesía profesional, en la poesía canónica. Y, por otro lado, como fuerza harto contraria, se produce en él un impulso de perturbación e histrionización del hecho creativo. Este primer registro, que es el que más nos atrae a algunos, sin rechazar el segundo, es para nuestra fortuna el favorecido por Reche, que además saca a relucir todo el muestrario de la singularidad liebanita. Una unicidad en la que laten Córdoba, lo vivido y lo andaluz por encima de cualquier otro factor.

No obstante, que el autor posea una potente vena popular no significa que sea ni por asomo un poeta folclórico, regionalista o identitario, ya que la marca de la casa es ese don desconcertantemente elitista, esa transmutación hacia lo ignoto.

Interés del diario

El diario que da a la imprenta Raúl Alonso no carece de interés ni deja de añadir enteros a nuestro conocimiento de Liébana. Aun así, uno se pregunta si la totalidad de cuanto ha escrito un incansable artista a lo largo de una vida harto larga debe publicarse o beneficia al retrato de conjunto o perfil que sea constructivo proyectar. En especial, a la vista de una publicación en la que lo llamativo no son los palpables errores formales que podrían haber sido solucionados por el editor, sino una versión de Ginés más ingenua, afligida y tópica de lo que él suele permitirse.

Y ello pese al atractivo diseño del libro, las reproducciones facsimilares con la bella caligrafía del diarista y el encarte de un CD con las emocionantes versiones musicales debidas a Alberto Guerrero. Lo que se nos escapa en muchas de estas páginas es ese estilo agudo, exigente, rebelde, idiosincrásico, esa pulsación eléctrica, esa habilidad para desconcertar con inteligencia vitalista que tanto admiramos. Quien esté libre de defectos, que tire la primera piedra, por supuesto.

Pero la humildad no está reñida con desear el éxito ajeno y discriminar en pro de cuanto alimente el brillo de una figura consolidada.

Ginés Liébana es un raro genio individual, capaz de echarse España y su tiempo a las espaldas. Resulta un armonizador de contrarios, un pontífice o hacedor de puentes. En él pueden conciliarse la elegante preguerra de su infancia y adolescencia con la posguerra de su exuberante juventud, las bondades culturales y sociales de la derecha con sus equivalentes en la izquierda, el vanguardismo estético con el cante flamenco o el mundo cervantino, la estricta gravitas del arte superior con la zumbona levedad de lo más cómico, el localismo avezado en los entresijos más sutiles con una soltura abrazadora, propia del cosmopolita más dandy y más viajado. Eso está ahí y no lo mueve nadie, sépase. Ni siquiera él.

Un apunte final sobre la memorable labor que está haciendo Villa del Río con Liébana, y que ha permitido la plasmación de estos dos libros. Su aportación es generosa, providencial y digna de elogio. Mas no se olvide que en Córdoba se le ha querido y se le quiere mucho a Ginés Liébana. Que nadie patrimonialice al maestro, puesto que, habiendo sido con creces y por suerte para él profeta en su tierra, el gozo de su disfrute ha de pertenecer a todos sus amigos, los presentes y los del futuro.

‘Si me pides romero’

Autor: Ginés Liébana (Edición Juan Carlos Reche)

Editorial: La Veleta

Granada, 2021

‘Beauty. Diario sentimental 1940-1949’

Autor: Ginés Liébana

Editorial: Cántico

Córdoba, 2021