En 1561 nacía en Córdoba Luis de Góngora. Cuatrocientos sesenta años nos separan en el tiempo, pero su figura sigue siendo motivo de interpretaciones y debates. A raíz del descubrimiento de nueva documentación acerca del racionero y recientes investigaciones sobre aspectos controvertidos de su ascendencia, su personalidad cobra particular relevancia. Son dispares las opiniones vertidas sobre el cordobés, según provengan de sus amigos más fieles o los enemigos más encarnizados. Quizás sea su propia obra, plena de simbolismos, la que nos muestre con más certeza el verdadero carácter del escritor, aunque también es posible que, intuyendo las contradicciones de su existencia, sea el propio Góngora el primero que promueve la confusión. El tenaz empeño por alcanzar la gloria literaria marcó toda su vida. Finalmente la consiguió, pero a costa de carcomer las relaciones con familiares y allegados. Su obra señera permanece marcada por la creación de un nuevo lenguaje que escandalizó a contemporáneos tan eximios como Quevedo o Lope y revolucionó la escritura, precursora de todas las vanguardias.