Si 2020 será recordado como el año del covid-19, en el que aprendimos a utilizar novedosas técnicas sobre el uso de las redes y las tecnologías digitales, este nuevo año que acaba de comenzar traerá consigo la consciencia de que, habiendo alcanzado notables metas en muchos ámbitos de la ciencia y la tecnología, no estamos suficientemente preparados para enfrentarnos a avatares posibles que dan a la caza alcance. Frente a la displicencia de la mente humana que no evoluciona al ritmo del desarrollo científico y tecnológico, y de ahí la draconiana supresión día a día de las materias humanísticas a las que se confiere escaso mérito, la naturaleza impone leyes capaces de desarticular nuestro acomodado espacio cívico.

Pero la vida sigue y la Real Academia de Córdoba no ceja en su empeño de celebrar la cultura en todas sus manifestaciones, una institución labrada en el estudio, la investigación y el rigor que debe ser defendida por todos aquellos hombres y mujeres que aspiran a la verdad, la bondad y la belleza.