En estos días ya se encuentra en librerías El remitente misterioso y otros relatos inéditos de Marcel Proust, ocho cuentos por primera vez en castellano y publicados por Lumen. Estos relatos que han permanecido inéditos más de un siglo, seguramente por la propia censura del escritor, pues la mayor parte hablan del deseo homosexual, es el gran acontecimiento de la rentrée literaria, se ha dicho en una publicidad del libro e, incluso, por la crítica: «Proust sale del armario». Esto sí que tiene gracia. Otro de los posibles motivos puede ser que todo escritor va dejando atrás textos en el ejercicio de su trabajo de creación en el periodo de escritura que no le parecen apropiados por varias causas o percepción del momento, y se dejan en el cajón simplemente. Y esta última puede ser, tal vez, la de su hallazgo, por Bernard de Fallois cuando revisaba una caja y encontró los manuscritos de El remitente misterioso .

Proust también supo sacar partido del material biográfico, de la esencia del instante y de lo más sencillo. Su sensibilidad y capacidad para distinguir con pinceladas ínfimas es una de sus características: detenerse en los olores y sabores de las cosas que tiene cada tiempo y hacer de ello otra memoria, como un laminador que deja al metal en el grueso deseado y necesario. Las palabras del propio autor, «los verdaderos paraísos son los paraísos perdidos», nos dice muchas más cosas y habla de esa mirada presente en su obra maestra. Alan Pauls asegura en el prólogo: «¿Inéditos de Proust? La noticia regocija y desconcierta. La idea de que algo pueda haber quedado fuera de la proustíada impresa suena extrañamente desafiante».