L a colección de poesía de la editorial Milenio se inauguró el pasado 2020 con Un gramo menos , de Vicente Gallego. A los mandos del proyecto se hallan los poetas Josep M. Rodríguez y Àngels Marzo. No ha de sorprender, por tanto, que el elegido para sus primeros pasos sea un libro de haikus, aunque sí -y sin exagerar- que el valenciano haya recopilado los más de trescientos que contiene este volumen. Hace solo dos años, Rodríguez coordinó Y si escribes un haiku , una antología de poetas inéditos en este género, entre los que se encontraba Gallego. Y hasta aquí las particularidades llamativas, pues aparte de que Un gramo menos esté dedicado al cultivo de las diecisiete sílabas más fértiles de un tiempo a esta parte, los lectores atentos a su obra, desde Santuario a A pájaros y migas , van a encontrarse la misma mirada inteligente e incisiva, capaz de despojar de la realidad lo accesorio para extraer la pulpa de lo vivido. Cualidad que, por otra parte, encaja como un guante con el espíritu del formato japonés, ese fogonazo que ilumina un instante las capas que conforman la existencia. Pese a esta aparente contradicción -arrancar de un pellizco una porción inconmensurable de realidad-, hace tiempo que el haiku se sacudió el estigma de hermano menor, como confirma, una vez más, Gallego con esta propuesta. Se suma así a la nómina de haikistas españoles actuales, como Lara Cantizani, Jesús Munárriz o Susana Benet, que han venido apuntalando la salud de este género.

Un gramo menos , que toma el título del haiku que abre este trabajo: «Le resta un gramo/ al peso de este mundo/ la mariposa», invita al lector a sumergirse en las cuatro experiencias de cada una de las partes en que se articula, a detenerse y dejarse envolver por la agudeza de las observaciones, fruto de una mirada contemplativa que conforman el universo del poeta, y que se traducen, unas veces, en impresiones cotidianas de carga evocadora («En el rellano/ huele el guiso y sabemos/ a dios de pronto»); otras, en reflexiones de corte metafísico («Y nos elige/ hay un rayo de sol/ que nos elige»); y en el hallazgo filosófico de inspiración naturalista («Viva de hormigas/ la piel de la culebra/ sigue reptando»). Una sucesión de haikus concebidos para que funcionen de manera independiente, pero que juntos avanzan, paso a paso, por su pensamiento, donde ocupan un espacio destacado los amigos queridos y admirados, como son el tristemente desparecido Antonio Cabrera y el gran maestro Francisco Brines, último Premio Cervantes de Literatura.

Vicente Gallego deposita en el lector una manera de habitar la poesía y dialogar con el mundo; desde una absoluta entrega y celebración, como deja impreso en su penúltimo haiku: «Me he dicho hoy:/ ‘qué sabes tú de cierto, / sino que amas’».