N o cesan de aparecer trabajos referidos al admirable poeta Miguel Hernández. En 2017 se publicó el volumen Miguel Hernández. En las lunas del perito , de Francisco Javier Díez de Revenga, y dos años después Epistolario general de Miguel Hernández , editado por Jesucristo Riquelme y Carlos R. Talamás. Uno de sus más incansables estudiosos es, como se sabe, José María Balcells, que recientemente le ha dedicado el libro Miguel Hernández y los poetas hispanoamericanos y otras páginas hernandistas , dilatado volumen que ahora reúne en su variada esencialidad un conjunto de investigaciones que el mismo prestigioso catedrático de universidad ha ido sumando a su trayectoria de hernandista acreditado, algo que comenzó cuando en 1968 se centró por primera vez en el poeta oriolano con un artículo que iniciaba su entusiasmo por su poesía y que ha mantenido vivo durante ya más de cincuenta años; hoy ya no es solo entusiasmo sino pasión e ilusión constantes, y de ello dan buena fe todas las referencias que el presente libro documenta en su apéndice final «Bibliografía hernandiana de José María Balcells». Y es evidente que algunos de los libros que forman parte de esa bibliografía fundamentan ahora el amplio contenido de este de 2020, compilador de quince capítulos (cinco inéditos) que se ofrecen al lector que ya seguía, o desde ahora seguirá, al profundo, entusiasta y admirable investigador de Hernández que es José María Balcells.

Parte del título citado de este volumen tiene su origen en el primer capítulo del mismo, revisado y ampliado -igual que otros- para esta ocasión: «Vibraciones modernistas: Darío, Nervo, Herrera y Reissig» demuestra la vinculación literaria que tuvo el poeta alicantino respecto de esos tres autores modernistas, que no serían los únicos de Hispanoamérica a quienes admiró, pues igualmente constata José María Balcells, en el segundo y en buena parte novedoso capítulo «Lazos mesoamericanos de Miguel Hernández: Guillén y Paz», que con este primero tuvo Hernández una relación anclada sobre todo en el plano de las relaciones personales, algo que está en paralelo con la amistad y confluencias que el poeta de Orihuela mantuvo con Octavio Paz. Pero las influencias y relaciones no se limitan a estos autores que vamos mencionando, sino que se amplían a otros como César Vallejo (véase «César Vallejo y Miguel Hernández: similitud y contraste», págs. 69-95) e incluso a los dos estudiados en las suculentas páginas 97 a 144 «Influencias sudamericanas: González Tuñón y Neruda», ya que para comenzar se coincide en que el argentino González Tuñón «había sido determinante en la teoría y en la praxis revolucionaria hernandiana que se fue gestando desde 1935» y luego se aporta una documentación que justifica el extenso parágrafo «Neruda en Hernández y Hernández en Neruda».

Incluso, ya en el capítulo siguiente (y primero de los inéditos) sobre «Walt Witman, Pablo Neruda, Miguel Hernández», Balcells alude al criterio, ciertamente arriesgado, de algunos estudiosos que han especulado sobre Witman y Hernández y «han establecido comparaciones entre ambos autores, apuntando varias disparidades y algunas convergencias», y esto es lo que analiza Balcells entre las páginas 145 a 165, tratándolo en epígrafes como «Witman en Darío» o «Witman a través de Neruda».

Cierto giro representan en este volumen los títulos «China como referente» y «Del arabismo legendario a la casida» (este, el segundo igualmente inédito), por mostrar «referencias textuales que pudieran recibir el calificativo de orientalistas»; dos secciones que, respectivamente, constatan asociaciones «chinescas» referidas bien a la brillantez plática de ciertos poemas o a las connotaciones que sugiere, por ejemplo, el léxico de limón o canario; y por otro lado, las referidas a textos poéticos en que igualmente el léxico o lo legendario o lo musulmán asoman un especial tratamiento de la temática árabe que ciertamente «estuvo muy influida por el enfoque romántico y modernista» que ya pudo comentarse en el capítulo más arriba citado sobre Rubén Darío y autores contemporáneos.

Dejando de lado el último capítulo, «Miguel Hernández ambientado en Orihuela y revivido en Miami», que es reseña de dos libros «conmemorativos del primer centenario del nacimiento del poeta», quedan aún por tratar otros siete que dividiremos en tres bloques que el lector comprobará. El primero es el que tiene que ver con la influencia del oriolano en otros autores («Miguel Hernández en la poesía de Rei Berroa», «Miguel Hernández en el teatro de César López Llera», ambos igualmente inéditos). En el segundo, de carácter más variado, agrupamos el artículo que compara temáticamente al poeta alicantino con Francisco de Quevedo, por un lado (en «Algunas musas castellanas»); el que, por otro, lo relaciona marginalmente con una publicación especial de 1940: «Musa redimida, versos de cárcel en la inmediata posguerra. Luz indirecta sobre Miguel Hernández»; y el que, con el título «Miguel Hernández en Barcelona. Comentarios a una fotografía», lo sitúa en esta ciudad en enero de 1937 por un motivo personal. Por fin, destacamos el interés del tercer bloque, que toma como base la figura de Ramón Sijé, entrevisto tanto en «Miguel de Unamuno en Sijé y en Hernández» (investigando la influencia de Del sentimiento trágico de la vida sobre el propio Hernández y sobre José Marín Gutiérrez [Ramón Sijé]) como en «Elegía a Ramón Sijé», texto publicado por primera vez en 2001 y ahora revisado y ampliado en ciertos detalles.

Si en 2010, fecha del primer centenario del nacimiento de Hernández, se aumentó considerablemente el conocimiento de su obra y personalidad, ahora en 2020, una década después, Balcells ha tenido paciencia para expurgar su ingente y plural bibliografía acerca del poeta oriolano, reexaminándola y acrecentándola con varios capítulos inéditos y presentándola en este volumen especial de trescientas diez esenciales páginas.