Decía un viejo profesor de Universidad que siempre era bueno regresar a Borges de vez en cuando. Parecerá un tópico, pero si queremos saber más sobre literatura, qué mejor que releer sus relatos, regodearnos con su Biblioteca de Babel , asombrarnos con sus Ficciones . Porque, indudablemente, siempre es bueno regresar a Borges, que es tanto como abogar por la importancia de los clásicos literarios en tiempos de inapetencia cultural. Y, dirán ustedes, ¿se puede considerar a Borges un clásico a la altura de los grandes novelistas del siglo XIX, por ejemplo?

En mi opinión, qué mejor que remontarnos a aquellas editoriales empeñadas como pocas en redescubrirnos a los clásicos de ayer, de hoy, de siempre… Libros del Zorro Rojo lleva varios años con la ardua labor de conformar un catálogo digno de las mejores editoriales de este país, obsesionada en recuperar y editar clásicos de la literatura gótica y de terror, como El Golem , Drácula o los Cuentos y poemas de Edgar Allan Poe. Un autor que debe su inmortalidad a múltiples variables: a su traductor, Julio Cortázar, aunque últimamente parece estar poniéndose en duda la leyenda que dice que todos los 19 de enero alguien anónimo dejaba tres rosas y media botella de coñac a los pies de su tumba, y, por supuesto, a sus relatos, El pozo y el péndulo , El gato negro o Los crímenes de la calle Morgue , en donde una vez más el horror y lo sobrenatural planea sobre toda la obra. Maestro de maestros, padre del llamado nuevo relato, sus seguidores literarios se cuentan por docenas y ha inspirado a autores tan dispares como Julio Cortázar, el propio Borges o Horacio Quiroga. Y es que estamos hablando de un escritor en donde a menudo se vislumbra la muerte de la amada, las tinieblas difuminadas, el mundo oscuro de ultratumba, la permanente llamada a lo siniestro... Por eso siempre es bueno regresar a Borges, de vez en cuando, qué duda cabe, al igual que debería ser necesario regresar de vez en cuando a los clásicos.

¿Han pensado en alguna ocasión qué, o quién, les incitó en su momento a caer en las garras del Ulises de Joyce? Otro clásico, necesario y obligado. El mismo profesor que nos incitaba a regresar a Borges fue quien nos llevaría a través de Luis Martín Santos por los extraños vericuetos de un Dublín envuelto en la bruma, quien nos llevaría a descubrir el «monologo interior» y quien, a su vez, nos hizo comprender que la existencia de la literatura sobrepasaba cualquier intento de desconcierto. Porque siempre es bueno regresar a Borges, es por lo que Schopenhauer se nos apareció un buen día entre las eras del Árbol de la ciencia , y por lo que entre Las palmeras salvajes de Faulkner creímos vislumbrar al coronel Aureliano Buendía. Aunque ahora que lo pienso, posiblemente fue un espejismo.