‘Teatro caníbal’ (Volumen 5). Autor: Francisco Morales Lomas. Editorial: Ediciones Carena. Barcelona, 2019.

Habitamos un mundo cargado de contradicciones porque el propio ser humano es contradictorio por naturaleza. O, lo que es lo mismo, el mundo se contradice porque hemos vertido en él toda nuestra contrariedad. Poseemos la facultad del lenguaje y sin embargo padecemos una tremenda incomunicación. La sociedad nos otorga una función concreta, pero sufrimos crisis de identidad. El poder es una ley al alcance de cualquiera, aunque su reparto queda siempre descompensado. Por si fuera poco, los humanos actuamos a menudo con oportunismo, premeditación, alevosía, revanchismo, intransigencia, incluso con descaro. Sentimos extraño al otro, marcamos fronteras con él y, aun así, nos damos cita para evidenciar lo contingentes que somos, lo indefensos que estamos y lo miserables que podemos llegar a ser cuando nos reunimos y damos rienda suelta a nuestra más absoluta falta de escrúpulos. Y lo mismo da quién muestre sus fisuras y su falta de ética personal, por la sencilla razón de que nadie se escapa a este canibalismo feroz que emprendió la humanidad desde su aparición y que perfeccionó con el poder que le otorgaba el lenguaje como arma arrojadiza.

El Teatro caníbal de Francisco Morales Lomas apela a todas estas paradojas, pero también a la frustración de una especie que domina la Tierra y podría ponerla a sus pies, pero que en cambio la manipula fatalmente a su capricho. Y no solo eso, sino que su teatro pone de manifiesto además el empobrecimiento cultural al que venimos asistiendo en las últimas décadas, así como la degeneración de nuestra especie a la que estamos siendo abocados sin remedio aparente, por culpa de nuestra torpeza y nuestro egoísmo.

No obstante, en el Teatro caníbal -o Caníbal teatro, como se prefiera- la carga se hace menos pesada en el momento en que Morales Lomas recurre a un humor negro que deja en evidencia el proceder de los personajes, su obstinación, su vulnerabilidad, su mutabilidad y su capricho. Todo vale en él para reírnos de nosotros mismos: la incertidumbre, el oportunismo, la rivalidad, la bajeza, la ruindad, la ignominia.

Seres que asisten a un recital poético con la única pretensión de disfrutar del ágape, por ejemplo, le sirven al autor para evidenciar la degradación de nuestro mundo, al tiempo que provocan en nosotros una sonrisa cargada de complicidad.

Las dotes como dramaturgo de Morales Lomas le llevan a plantear multitud de situaciones cuya conflictividad fluctúa constantemente, conforme van variando los intereses de los personajes. Un muñeco creado para proporcionar placer puede ser el regalo perfecto de un cónyuge para que el otro lo deje en paz, pero, a nada que se piense, también es susceptible de provocar nuestro propio placer. Así funciona el Teatro caníbal, como un mecanismo de precisión capaz de interpelar nuestra malicia y perversidad, de estimular nuestra imaginación más primaria, de generarnos toda clase de dudas sobre la conducta propia y ajena.

Cargado de referentes del mundo del arte, la filosofía y la literatura de todos los tiempos y culturas -Fernando de Rojas, Valle-Inclán, Buero Vallejo, Mihura, Poncela, Beckett, Ionesco, Arcipreste de Hita, la novela picaresca, Cervantes, Quevedo, Torres de Villarroel, Rabelais, Rimbaud, Baudelaire, Goya, Dalí, Buñuel, Munch, el teatro de la crueldad, eñ expresionismo, el absurdo, el surrealismo, etc., etc.-, Caníbal teatro revisa y actualiza todo este rico caudal para el lector y el espectador del siglo XXI, hasta rebasar las fronteras y adquirir un carácter globalizador, moviéndose en la esfera de lo atemporal y universal. Con un estilo directo, coloquial y natural, en el que no falta la ironía, el grajeo, la polisemia, el subtexto sugerente, el perspectivismo, el sarcasmo, ni la crítica mordiente, entre otros muchos ingredientes, Caníbal teatro se convierte en una de las propuestas más sugerentes del teatro actual, con su capacidad para hacernos pensar y repensar el mundo, y permitir conocernos y reconocernos como especie animal, pero también como seres individuales e individualistas.

Porque el teatro de Morales Lomas no hace sino interpelarnos a todos directamente, interrogarnos y devolvernos una imagen deformada de nosotros mismos, al tiempo que nos contagia su risa, su mueca torcida y retorcida. En definitiva, nada está a salvo de la mirada incisiva del autor, ni de las siete piezas breves que conforman el volumen, junto con Los muñecos, la única obra larga incluida en él.