ENTREVISTA | Antonio Millán Bar Millán

«Hoy no se disfruta tanto»

Francisco Millán.

Francisco Millán. / ÓSCAR BARRIONUEVO

Juan M. Niza

Juan M. Niza

Antonio nos atiende tras la barra con una sonrisa comedida, simpatica, cómplice... la del camarero de toda la vida. Ese que lo mismo te sirve la cerveza, si quieres; te cuenta una historia alucinante, si prefieres, o sabe hacer de confesor, si es lo que necesitas...

Hagamos memoria, Antonio. Hablamos del Millán desde...

1934, con un despacho de vinos de Bodegas Campos que levaba mi abuelo. Te puedo decir hasta el mes en el que se abrió: en julio. Párate. (Atiende a un parroquiano y, mientras le sirve, le mantiene la charla sobre el último partido del Córdoba CF y vuelve sin perder el hilo). Te decía: mi abuelo tuvo siete hijos. Mi padre, Antonio, se hizo cargo del bar con mi madre en 1971. Mi padre falleció en el 2001, pero ya por su enfermedad en 1999 nos hicimos Alfonso y yo con el negocio.

Pero ya antes estabas aquí, ¿no?

Creo que siempre. Nací en 1973 y aquí (señala al lugar que ahora ocupa una nevera), antes de la reforma del local en 1980, me dejaba mi madre en un capacho mientras ella trabajaba. Sí, sí, en una cesta, con sus mantitas, y mi madre trabajando al lado.

Se nos olvida lo duros que han sido los tiempos pasados. Aquí, en el bar, habrá visto de todo, ¿verdad?

(Sonríe). De todo.

Y también cómo se ha ido despoblando el Casco Histórico.

Sí. Faltan mucho parroquianos. Pero nos hemos sabido adaptar atrayendo a los del Carnaval, al mundo cofrade y ya hay una tertulia fija, a los de los equipos del fútbol base con sus chavales y sus padres... Que no es por presumir, pero sabemos hacer que venga la gente. Ya si me dices entre semana, por la noche... Sí se nota que el Centro ha perdido vecinos, gente que venía a diario. Además, nos están europendizando. En precios, en costumbres de salir un poquito todos los días, en horarios... en todo.

Y esos parroquianos de siempre y que ya por circunstancias no se acercan, casi todos porque se han ido del Centro... ¿los echa de menos?

Muchísimo. Me acuerdo de muchos de ellos.

La pandemia tampoco tuvo que ayudar, ¿no?

La gente mayor cambió la rutina con el confinamiento. A ellos les afectó muchísimo. Aquí, por la mañana, todos los días tenía dos o tres partidas de dominó y, ahora, para que se arme una... Cambiaron las costumbres, porque afortunadamente no he oído de que se trate de fallecimientos. Venían, pegaban cuatro voces jugando, tomaban algún medio de vino, hablaban de sus cosas y se iban relajados a casa. Pero cambiaron de hábitos, que ya son más solitarios.

El Carnaval también ha cambiado.

Muchísimo. Un ejemplo. Me acuerdo de los grupos de travestis, de mariquitas, cuando todo estaba más que prohibido. Arrastraban a un montón de gente, gente que no se disfrazaba pero a la que atraían. Donde estaban ellos, el bar se llenaba. Y aquí tenían su casa, claro. Todo ha cambiado mucho. Antiguamente había una comparsa cantando y los de los otros grupos... callados y escuchando. Ahora se canta y los escuchan solo sus familiares y cuando terminan... se van. Antiguamente, el que salía al Carnaval salía todos los días y a divertirse muchísimo cada noche. No sé si es cosa de un cambio de la sociedad... Y no tiene en eso la culpa ni la asociación ni nada... Y además, el año pasado se programó todo en La Corredera, y no me vale la excusa de que los vecinos se quejan, porque aquí he montado saraos para el vecindario, como una zambomba flamenca, el día 17, que se llenó, y nadie se quejó.

¿He oído que, casi un siglo después, os mudáis?

Pues sí, porque van a edificar en el sitio. Nos han dado opción a quedarnos. Pero después de echar muchas cuentas... era demasiado arriesgado. Nos vamos a ir a un local ahí en frente, en el mes de julio.

Me voy a casa. Sois de los pocos que me voy a encontrar entre semana abiertos por el camino.

Y cuando cerramos por descanso, el lunes por la tarde, me dicen que esta zona del Centro se queda muerta. Es la Córdoba vaciada. Ya digo que echamos de menos a muchísimos parroquianos de toda la vida. También es verdad que llegan vecinos nuevos... Ahora bien, hoy, para disfrutar... todo parece una complicación. Ves equipos de deporte de peques en plan competitivo, ves gestos en el mundo cofrade y en el carnaval... La gente tiene otra manera de ver la vida. Que está muy bien, sí, pero... Hoy no creo que se disfrute tanto.

¿Cuál es el secreto de que la gente esté tan a gusto en su bar?

Algo le daremos, ¿no? (Ríe). Todos nos respetan y nosotros respetamos a todos.