LA CRÓNICA DE LUCENA

La música como vía para la integración social

El programa ‘Musintégrate’ adapta las enseñanzas musicales a personas con distintas discapacidades | Unos 20 alumnos y más de 12 profesores voluntarios integran este programa

Sesión del Taller de Creatividad del proyecto ‘Musintégrate’, en el Conservatorio Profesional de Música de Lucena.

Sesión del Taller de Creatividad del proyecto ‘Musintégrate’, en el Conservatorio Profesional de Música de Lucena. / Manuel González

La implicación incesante de las familias, el altruismo vocacional de los profesores y las aptitudes por descubrir de los alumnos concilian un pentagrama de ilusión, entusiasmo y progresión por cada nota de piano o percusión en la batería. 

Desde hace más de una década y transportando los influjos absorbidos en la Comunidad Valenciana, Lucena matriculaba en Andalucía el primer proyecto musical estable que difumina las diferentes capacidades y amplifica las resonancias de la igualdad de oportunidades y la inclusión sin separaciones traumáticas. 

La inquietud irrefrenable de José Antonio Luque, profesor del Conservatorio Profesional de Música Maestro Chicano Muñoz de Lucena, convergió en la aprobación, en el Parlamento de Andalucía, en el año 2011, del programa Musintégrate y su implantación en el centro educativo lucentino. Este plan adaptado, impartido actualmente por más de doce profesores voluntarios, adecúa las materias de las enseñanzas básicas a las características específicas de cada uno de los alumnos, desde el vínculo individual a un instrumento a los talleres grupales de creatividad. 

Estos estudiantes, con capacidades diferentes, han de superar una prueba de competencias y las plazas autorizadas hallan una rígida limitación. 

En estos momentos, en el centro de la calle Condesa Carmen Pizarro, conforman este desafío fascinante unos 20 niños y jóvenes. A las cuatro inscripciones ordinarias, por cada nivel de la escala básica, se agregan fases extraordinarias de repeticiones y años de gracia. Unos remedios temporales para alargar un irremisible final por la inexistencia de continuidad en las siguientes graduaciones musicales

A partir del curso académico 2022-2023, ocho conservatorios andaluces integrarán esta indispensable alternativa para la enseñanza y que sólo fluye por autorizaciones administrativas individuales. Hace unas semanas, obtenían el preceptivo beneplácito el CEM Juan Mohedo Canales, de Montoro y el Conservatorio Músico Zyriab, de Córdoba, ambos en la misma provincia donde floreció una melodía con tonalidades de imaginación, justicia educativa y satisfacción recíproca.

En una de las aulas del conservatorio de Lucena, a primera hora de la tarde, Álvaro, revela que su acompañante preferido es Agustín Perailes y subraya que «Javier es muy bueno», en alusión directa a Javier Delgado, docente de clarinete y uno de los voluntarios del claustro. A la batería y de narrador con el micrófono, José pronuncia el término certero que sintetiza estas sesiones: «sonreír»; y Agustín Cuenca combina el clarinete y el tambor.

Entretanto, preparan las representaciones tituladas El cuento al revés y El pollo agustino, que escenificarán en abril durante la Semana de la Música, Javier Delgado, junto a Julián Aguilera, afirma que «te replanteas todo» por la convivencia educativa con estos chavales. «Te superas a ti mismo, aunque hay algunos momentos de bajón e impotencia», reconoce. El propósito esencial reside en «luchar por la inclusión» y contemplar «cómo vienen al conservatorio, como cualquier otro alumno», comporta «una satisfacción impagable».

La estructura y los frutos de Musintégrate han seducido a otras comunidades autónomas y otros países. La base descansa en la predisposición del profesorado, acentúa José Antonio Luque, coordinador del proyecto. Con beneficios, también internos, esta iniciativa multifuncional «nos ha unido mucho más» porque «las expectativas» se mezclan «con la oscuridad y los momentos de frustración», siempre solventados con «muchas alternativas».

Profesores y allegados de los estudiantes reclaman avances legislativos, una autorización reglada pruebas de acceso adecuadas y financiación pública, actualmente, inexistente. 

Desde Moriles, Violeta, de 26 años, acude, desde hace siete años al Conservatorio Profesional de Música Maestro Chicano Muñoz de Lucena. Al igual que su compañero Agustín, compagina esta formación con las clases en la Escuela Municipal de Música y Danza. La madre de Violeta, Pilar Fernández, expresa una efusiva gratitud a «la labor de los profesores, que ha sido del diez». Al mismo tiempo, lamenta que «la pena es que termina este año». La estancia de su hija en Musintégrate la compendia con el sustantivo «ilusión». En su testimonio sobresale la «reivindicación» sobre el engarzamiento con ulteriores adaptaciones. «Empezó el piano con un dedo casi y ya usa las dos manos y con partituras más complicadas». Ella, Violeta, «tiene diferentes capacidades, yo soy incapaz de tocar el piano, para mí es una discapacidad». 

Violeta y Agustín comparten esta travesía musical. Ángeles Aranda, de Lucena, es la madre de Agustín, de 26 años de edad, enfatiza, como lo auténticamente trascendente, que «se ve como uno más, como cualquier persona, se ve que hace igual que todos». Desde que estuvo ingresado en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, empezó su relación interminable con el piano. Este incentivo le genera «una responsabilidad» porque «sabe que tiene que estudiar». Elogia, esta madre, la implicación superlativa de profesores como Javier Delgado y Rafa Tienda. En la misma línea de otros padres y profesores, verbaliza que «es una pena que termine un proyecto que ha costado tanto sacar adelante y se pare». No obstante, se muestra renuente a que su hijo afronte la prueba del siguiente nivel profesional, aunque solicita que «haya plazas específicas para ellos». Otros provechos personales discurren entre «la autoestima y la disciplina». MusÍntégrate, una vida en plenitud desde sones de compañerismo, altruismo y perseverancia.