La importancia que para la cultura ibérica peninsular y el conocimiento de esta tiene el yacimiento arqueológico del Cerro de la Merced de Cabra quedará patente cuando a partir de la próxima primavera, si se cumplen las últimas previsiones, se culmine su apertura al público.

Así quedó patente en una nueva charla-coloquio que se ha celebrado en el marco de los actos divulgativos organizados en el Museo Arqueológico Municipal, como viene sucediendo desde la primera campaña arqueológica, en el verano del 2012. En este caso han participado Fernando Quesada, catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid y responsable del proyecto de puesta en valor; Carmen Rízquez, directora del Instituto de Investigación en Arqueología Ibérica de Jaén, y Esther Rodríguez, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en el Instituto de Arqueología de Mérida (Badajoz) y directora de las excavaciones que se llevan a cabo en el yacimiento tartésico de El Turuñuelo (Badajoz).

Estos, junto al delegado municipal de Patrimonio, Francisco Casas, y el director del museo egabrense, Antonio Moreno, recordaron que la excavación arqueológica está llegando a su término y próximamente se iniciarán los trabajos de restauración y de accesibilidad gracias a una inversión que supera los 142.000 euros, que se integra en el programa estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia con el proyecto Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana de la Alta Andalucía. Nuevas perspectivas y programa de puesta en valor (Cerro de la Cruz de Almedinilla y Cerro de la Merced de Cabra). El proyecto no concluirá con el fin de los trabajos propios de excavación, sino que la investigación continuará al menos hasta el año 2024, gracias al convenio que el Ayuntamiento de Cabra tiene firmado con la Universidad Autónoma de Madrid.

Toda esta labor realizada en estos años bajo la coordinación del Consistorio, el equipo de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid y la Junta de Andalucía se espera que sea recompensada con la declaración del yacimiento del Cerro de la Merced como Bien de Interés Cultural. Con este fin, el propio Quesada, hace escasos días, entregó en la delegación territorial de la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico la documentación correspondiente para tal fin.

Gran exponente de la cultura ibérica

La importancia de la excavación en el complejo palacial íbero del Cerro de la Merced, para cuya puesta en valor viene trabajando un equipo multidisciplinar de la Universidad Autónoma de Madrid bajo la dirección de Quesada, uno de los máximos exponentes de la cultura ibérica de toda Europa, permitirá conocer en profundidad lo que atesoran los algo más de 400 metros cuadrados en planta, que, con varias terrazas y niveles arqueológicos, se remonta al menos al siglo IV antes de Cristo. Precisamente para preservar su conservación, el Ayuntamiento de Cabra instaló una gran cubierta junto a la consolidación y restauración de muros y zanjas y colocó pasarelas y señalética para las visitas.

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Los trabajos realizados en estos años han permitido, entre otros conocimientos, que a lo largo de los siglos hubo una ocupación humana prolongada de la cima del cerro desde el Neolítico y donde, tras una primera fase de la Edad del Bronce, se produjo la construcción de un gran recinto fortificado en época ibérica –siglos II y I a.C.- y que, tras una destrucción intencionada, todavía se reutilizaron sus ruinas durante un breve espacio de tiempo antes de su abandono definitivo, probablemente antes de mediados del siglo I a.C., aunque unos siglos después la cima volvería de nuevo a ser ocupada por una modesta construcción islámica de época emiral de los siglos IX-X.

También la excavación ha permitido atestiguar la existencia de grandes muros que alcanzan incluso hasta cuatro metros de grosor, algo inusual en las murallas ibéricas e incluso romanas, confirmándose con casi total seguridad que el espacio albergaría dos plantas, además del hallazgo de ánforas dedicadas a almacenar principalmente aceite y grano, molinos harineros, pesas de telar y fusayolas; mientras que en el plano militar, puntas de lanza, una manilla de escudo y fíbulas, entre otra serie de elementos.