El Ayuntamiento de Lucena mantiene el interés por la compra del yacimiento ibero-romano de Morana, algo que pretende materializar este año, una adquisición sobre la que se lleva especulando más de una veintena de años. Para evaluar la inversión, el Ayuntamiento asegura que ha acometido una valoración externa de este enclave, que recibió el pasado mes de noviembre, que no ha querido hacer pública para no entorpecer las negociaciones con la propiedad. El alcalde, Juan Pérez, viene mostrando interés desde hace tiempo por la compra de los terrenos de Morana y en el 2017 los quiso adquirir con fondos provenientes de la compensación por la ocupación de la Autovía del Olivar. Incluso hubo un avance de valoración de unos 200.000 euros para unos terrenos que ocupan alrededor de 15 hectáreas, de poco interés para el cultivo.

Los constantes expolios han estado poniendo en peligro el yacimiento arqueológico de Morana, que fue declarado el 6 de marzo del año 2000 Bien de Interés Cultural. El Ayuntamiento ha venido realizando distintas gestiones para posibilitar la compra o permuta del yacimiento a sus dueños. A lo largo de este tiempo se han producido cambios en la propiedad de estos terrenos, lo cual ha dificultado que fructifiquen unas negociaciones que nunca han llegado a buen puerto, máxime cuando la ley obliga a la propiedad privada de este tipo de bienes culturales a custodiar, mantener y conservar.

Morana es un yacimiento arqueológico de enorme interés y uno de los más importantes de su tiempo en la zona sur de la provincia. Sin embargo, con el paso de los siglos, el pillaje y los expolios han dejado sus nefastas huellas en lo que en su momento fuera un recinto fortificado importante. Prueba de ello es que se tiene constancia de que en las laderas de Morana hubo un asentamiento humano en el siglo IX antes de Jesucristo. En este área había, junto al núcleo urbano de la época de los iberos, otra zona dedicada a necrópolis.

El yacimiento de Morana se encuentra en un área apartada del término municipal de Lucena, camino de la aldea de Jauja y a escasa distancia del paraje natural de la Laguna Amarga. Desde hace siglos han sido numerosos los historiadores y amantes de la arqueología que se han venido interesando por un lugar que se ha conservado en buena medida debido a su lejanía de las carreteras. Sin embargo, ello no le ha preservado totalmente de los expolios. Por ello son numerosas las personas que vienen demandando una mayor vigilancia, así como el vallado de las fincas.

Entre los vestigios arquitectónicos más interesantes destaca una doble línea de muralla y en este segundo recinto destaca una atalaya ibérica. De época romana hay siete cisternas de opus caementicium y revestimiento de opus signinum, localizadas en el sector sur del cerro, cuya datación probablemente sea del siglo I. También destaca un almacén que podía corresponder a una obra hidráulica y restos funerarios, posiblemente una cámara hipogea. Hay un lavadero y una fundición de mineral de hierro, procedente de la mina de Las Herrizas, distante a unos dos kilómetros.