Los agricultores cordobeses tienen este año otra preocupación añadida a los ya habituales problemas de la rentabilidad de las explotaciones, como es la propagación de la plaga de la polilla del olivo, una afección que, aunque es habitual en este árbol, está siendo detectada esta temporada en mayor medida y podría poner en peligro parte de la producción.

La polilla del olivo, conocida como Prays oleae, se desarrolla en tres momentos distintos, pues tiene una primera etapa que se alimenta de las hojas del árbol y que suele ser poco perjudicial; una segunda, que se nutre de las flores y que debido a la grandísima floración que tiene el olivo tampoco suele ser perjudicial para el árbol, pero en la tercera etapa, la polilla ya se alimenta del fruto. Esta etapa de la evolución es la que se está produciendo ahora y tiene una segunda en otoño.

Los expertos señalan que habitualmente el árbol se autorregula y no llega a ser perjudicial la presencia de la Prays, pero este año que la climatología le ha sido favorable la presencia de esta plaga es mucho más amplia. Algunos de los agricultores consultados se muestran preocupados por el hecho de que esta mayor población de polilla se produjera en otoño, cuando el fruto ya está maduro y no existe la posibilidad de que el árbol lo reponga, como sí pasa en primavera.

Juan Ramón Villegas, jefe del servicio de Agricultura, Ganadería, Industria y Calidad de la delegación en Córdoba, informa de que desde Agricultura se lleva un control estricto de esta plaga (y de todas las demás), pues los datos que se manejan son los aportados por las 25 Agrupaciones de Producción Integrada de Córdoba y que engloban a un total de 48 técnicos a la red de Alerta e Información Fitosanitaria de Andalucía (RAIF). Estos datos permiten afirmar que «las capturas de adultos de polilla del olivo han ascendido de nuevo esta semana, y lo más llamativo es que hay presencia en el 100% de las parcelas muestreadas». Las zonas con mayor número de capturas son: Campiña Baja Occidental, Las Colonias-Vega Baja, Campiña Alta Occidental, Sierra Morena Occidental .

Señala Villegas, además, que «gracias a que semanalmente las API y ATRIA envían datos, se dispone de un gran volumen de información que ha propiciado dar un paso más en cómo informar de las plagas. El big data ha permitido diseñar sistemas de inteligencia artificial y crear herramientas que permiten anticiparnos a cómo se comportarán las plagas en las próximas semanas, siendo una herramienta más en la toma de decisiones». Desde el año 2016, añade, «se está llevando a cabo un proyecto de inteligencia artificial, que permite anticiparnos con hasta cuatro semanas, cómo se comportará la mosca del olivo (Bactrocera oleae). Hasta el momento se están consiguiendo porcentajes de aciertos del 90% para el horizonte de la primera y segunda semana y del 80% para los horizontes de tercera y cuarta semana».

Por su parte, Miguel Cobos, desde UPA, indica que habitualmente el olivar tiene sistemas de autorregulación que generan un equilibrio entre lo que este insecto necesita y lo que el árbol le puede aportar, pero que este año, al haber mayor presencia, sobre todo de la tercera generación, si esta se mantiene en otoño sí se podría causar un daño considerable a la cosecha.

Desde Asaja señalan que el problema que hay ahora mismo en algunas zonas es que hay todavía mucha polilla volando y poniendo huevos, a la vez que ya están a punto de eclosionar los huevos que desde hace semanas han ido poniendo en los frutos y es complicado encontrar el momento optimo para tratar.

Los agricultores, añaden, están esperando los efectos beneficiosos de las altas temperaturas, que afectan negativamente a la plaga y pueden secar los huevos.

Ahora mismo, coinciden en señalar todas las partes consultadas, la esperanza está en que el calor que está ya llegando contribuya a eliminar la plaga y los cultivos se desarrollen con normalidad.