Antonio Gómez Soto fue fusilado a las 19.00 horas del 3 de septiembre de 1948 a sus 43 años en el arroyo Tamujoso de Adamuz, junto a Rafael Quesada Carvajal, alias Perejil . Horas después, la Guardia Civil presentó a estos dos hombres al pueblo de Adamuz como dos conocidos maquis que estaban causando estragos en la sierra. A Antonio Gómez Soto lo identificaron como Perico El manco a la vez que el pueblo lo desmentía. Tras esto y el consecuente escándalo fue enterrado en el cementerio.

Asto es lo único que conocen Margarita Gómez y Guadalupe Martín Gómez de las últimas horas de su padre y abuelo, respectivamente. 55 años después, quieren "conocer la verdad, encontrar sus restos y darles una sepultura digna".

El único rastro que hay de los huesos de Antonio Gómez Soto en Adamuz es un croquis de la época que dibujó el sepulturero de entonces y que a Guadalupe le ha costado mucho sudor fotocopiar. Además, en los archivos ha encontrado la autopsia de su abuelo, que revela que murió por una fractura craneal con pérdida de masa encefálica, es decir, de un tiro en la cabeza.

Siguiendo el croquis, Guadalupe se ha encontrado con que el cementerio ha sido reformado, se han construido nichos nuevos y es posible que su abuelo descanse bajos éstos. Ahora Guadalupe está en contacto con el alcalde de Adamuz, Manuel Leyva, que se ha mostrado interesado.

Guadalupe y su madre se han propuesto "llegar hasta el final" y para ello piden ayuda a la Administración "porque con nuestro padre se ha cometido una injusticia". También, casi 30 años después de la muerte de Franco, "es indignante que cuando vayas a pedir un papel te pongan tantas trabas y exista tanto silencio", asegura Guadalupe, que lleva trabajando el tema desde el pasado julio.

Otro de los motivos que quieren aclarar es el porqué. Un cuñado de Antonio Gómez Soto era maquis. Un día, mientras Antonio cuidaba el ganado en los montes de Adamuz, su cuñado, perseguido por la Guardia Civil, le pidió que no le identificara. Cuando los agentes descubrieron su coartada lo detuvieron en Adamuz durante un mes. Fue liberado y se trasladó con su familia a Córdoba para trabajar en una finca de Alcolea. Allí fue detenido en 1948 y a los pocos días fusilado.

Ni su mujer ni sus hijos lo supieron hasta meses después. Margarita sospecha que su padre fue ejecutado por un ajuste de cuentas. Ahora, 55 años después, "perdonamos, pero no olvidamos, por eso hemos llegado hasta aquí", concluye.