El alcalde de Lucena, José Luis Bergillos, remitió ayer a la Delegación Provincial de Cultura un informe técnico del arqueólogo municipal, Daniel Botella, en el que se reitera el interés del municipio por la conservación de los restos arqueológicos aparecidos durante las obras del tramo Lucena Oeste-Lucena Sur de la autovía Córdoba-Antequera, que realiza la empresa Sando en el camino del Cortijo Coracho.

Según fuentes municipales, el equipo encargado de la excavación ha solicitado a la Delegación Provincial de Cultura el levantamiento de la cautela sobre el yacimiento y su destrucción, una vez concluidas las tareas de documentación del mismo, argumentando que se trata de una habitación de una villa romana sin mayor interés arqueológico.

Sin embargo, el arqueólogo municipal mantiene que los restos pertenecen inequívocamente a la planta de una basílica visigoda, como lo demuestran la cronología de los materiales utilizados en la planta --placas cerámicas decorativas de fase visigoda datadas en los siglos VI-VII d.C.--, la ubicación del ábside en el muro oeste o la aparición de una estructura cuadrangular exterior, que interpreta como parte del antiguo baptisterio.

El informe pone de manifiesto distintas irregularidades en el trabajo realizado por el equipo de arqueólogos contratados por Sando. Así, se señala que el Ayuntamiento no tiene conocimiento oficial de la persona o personas encargadas de la dirección de la intervención. También dice desconocer la metodología empleada en esta intervención, aunque critica la utilización de una retroexcavadora para el vaciado de los sedimentos y para desmontar parte de los muros y cimentaciones. A esto se suma la existencia de estructuras sin excavar y la falta de una limpieza exhaustiva de los mismos, lo que impide la definición de los sistemas constructivos. Según el informe, "todos estos requisitos son de obligado cumplimiento en cualquier excavación arqueológica de urgencia, así como una completa documentación".

Las quejas también se extienden al modo de actuación en la necrópolis, donde se han detectado las cubiertas de un centenar de tumbas sin proceder a su vaciado, lo que facilita que se produzcan expolios en las mismas.