Justicia juvenil

Los centros de menores de Córdoba detectan un alza de delitos graves y de género

Pese a la subida, las infracciones más frecuentes son otras como los robos y el maltrato familiar

Medina Azahara y Sierra Morena atienden a 4.500 jóvenes en algo más de dos décadas de trabajo

Manuel Garramiola y Juan Pablo Cordón, en el CIMI Medina Azahara.

Manuel Garramiola y Juan Pablo Cordón, en el CIMI Medina Azahara. / A.J. González

Pilar Cobos

Pilar Cobos

Los centros de internamiento de menores infractores Medina Azahara y Sierra Morena advierten del aumento de los delitos graves y de violencia de género en los últimos años. Sin embargo, estos continúan siendo minoritarios frente a otros más frecuentes como los robos y hurtos, y la violencia en el ámbito familiar. En algo más de dos décadas de trabajo, han atendido a unos 4.500 jóvenes condenados por la comisión de algún delito y esta trayectoria permite a sus responsables analizar los cambios sin perder de vista uno de los datos más relevantes: las estimaciones apuntan que entre el 70% y el 80% de estos jóvenes no vuelven a tener problemas con la Justicia. Para lograr esto, subrayan la importancia de trabajar en distintas líneas: la comisión del delito, la respuesta a las posibles carencias del menor, la familia, la educación y la preparación para su entrada en el mundo laboral.

El CIMI Medina Azahara es gestionado por la Fundación Diagrama y este año celebra su 25º aniversario. Por sus instalaciones han pasado en torno a 3.500 menores. «Cuando entran, ves a un tío peligroso, pero al tiempo vuelven a ser niños», afirma su director, Manuel Garramiola. Medina Azahara tiene 67 plazas masculinas y el año pasado trabajaron con 111 jóvenes, con una edad media de entre 17 y 20 años. De estos, 85 son andaluces; tres, del resto de España y 23, extranjeros. Respecto a los delitos cometidos (pueden ser condenados por más de uno), ocho son homicidios y sus formas (tentativas, asesinatos...); 20 se encuadran en la violencia doméstica o filioparental; ocho son de violencia de género; otros ocho, contra la libertad sexual (agresiones...) y el grueso son contra el patrimonio (hurtos, robos...).

Javier Borque y Ana Bautista, en el CIMI Sierra Morena.

Javier Borque y Ana Bautista, en el CIMI Sierra Morena. / A.J. González

Un "ligero aumento" de los delitos más graves

Manuel Garramiola afirma que «se nota un ligero aumento de los delitos más graves. El homicidio está subiendo un poco; la violencia de género, muchísimo, y la violencia intrafamiliar también ha ido aumentando». «No solo ha subido la violencia de género, sino las ideas erróneas sobre el género», explica.

En cuanto a la violencia intrafamiliar, destaca que «hay chicos que han acabado con la vida de un familiar por recibir un ‘no’ como respuesta». No obstante, precisa que «la mayoría de nuestros chicos son víctimas de sus propias circunstancias» y, en algunos casos, cuando llegan al centro pasan «de una vida de superviviente a una vida de niño». «Es fundamental normalizar su situación», defiende, para aclarar que, en ocasiones, no tienen relaciones adecuadas con su familia o no se le han cubierto necesidades básicas como la alimentación, el sueño, la educación y el tratamiento de enfermedades. Manuel Garramiola hace hincapié en que «si la sociedad piensa que esto sigue siendo de un entorno marginal, se está equivocando. No es real esa historia de los gitanos y los inmigrantes».

«Tienen la vida por delante»

El CIMI Sierra Morena, gestionado por Adis Meridianos, cuenta con 10 plazas para mujeres, 17 para hombres y un módulo terapéutico de salud mental y tóxicos con 18 plazas masculinas. A lo largo de sus 22 años de funcionamiento, ha atendido a unos 1.150 menores. El año pasado, 76 jóvenes estuvieron en el centro y, de estos, 15 son chicas. Respecto a la procedencia, un 91% son andaluces; un 4%, de la UE y otro 4%, del resto de África. La media de edad se encontraba entre los 16 y 17 años.

Su director, Javier Borque, confirma que «se ejecutan muchas más medidas masculinas, pero ha habido un incremento de las femeninas, porque hace 20 años no era tan frecuente». También indica que «la gran mayoría de chicas que tenemos están por delitos de maltrato o violencia doméstica y, en menor porcentaje, delitos contra el patrimonio».

«Si la sociedad piensa que esto sigue siendo de un entorno marginal, se está equivocando»

En esta línea, la mayoría de delitos cometidos por los jóvenes que estaban en el centro en 2023 fueron de violencia doméstica o maltrato familiar (unos 40), contra la Administración de Justicia (por ejemplo, quebrantamientos de medidas impuestas) y contra el patrimonio. El resto de los delitos «son residuales», comenta Javier Borque.

Este responsable opina que «la violencia familiar es la señal más evidente y el final de un proceso de desatención, de problemas derivados de circunstancias familiares. Genera denuncias por parte de las familias e incluso de los centros educativos».

Asimismo, coincide en apuntar que «ahora se están viendo delitos de violencia de género en menores y antes no era frecuente». A esto añade la observación de «actitudes machistas en ellos y en ellas con muchísima frecuencia».

Entre otras cuestiones, este responsable alerta del mal uso de las nuevas tecnologías, que «deriva en delitos como el bullying y en otros muchos problemas como los de autoestima». «Se está incrementando y afecta particularmente a los menores», advierte.

Sin embargo, al ser preguntado por la elevada tasa de reinserción de los menores infractores, Javier Borque comenta que con «un periodo de cambio bien dirigido, bien acompañado y detectando los déficit que puede tener la persona, puedes ayudar a que rehaga su vida». Así, en el CIMI trabajan en diferentes líneas como la familiar y social, la educativa, el soporte psicológico y psiquiátrico, el ocio y la formación profesional.

«Muchos menores, teniendo este primer contacto con la Justicia juvenil, no vuelven a tener ningún tipo de reincidencia y con 17 años tienes toda la vida por delante», asegura.

«Hay más problemas de salud mental y toxicomanías»

El director del centro de internamiento de menores infractores Sierra Morena, Javier Borque, afirma que «este centro se abrió en 2002 y en 22 años ha habido un cambio sustancial, los problemas de salud mental y psicológicos, y las adicciones han subido exponencialmente». En esta línea, señala que «hay más demanda» de atención por este tipo de problemas.

De otro lado, en el CIMI Medina Azahara, su director, Manuel Garramiola, comenta que en la actualidad «llegan chicos con un perfil más terapéutico». Así, 33 de los 111 jóvenes atendidos en 2023 sufrían trastornos psicopatológicos. Afirma que a raíz del covid subieron «bastante» los problemas de salud mental y «hemos tenido mucha activación de programas de prevención de suicidios», aunque «ahora parece que van disminuyendo» las patologías.

Suscríbete para seguir leyendo