solo un 14,5% de los jóvenes de córdoba se instala en su propia vivienda

Los bajos salarios y el alquiler por las nubes frenan la emancipación de los jóvenes cordobeses

Los ingresos medios brutos de los menores de 35 no llegan a 1.000 euros y la renta más baja es de 500 | Asaicor considera que las ayudas incitan a subir los precios mientras la oferta cada vez es menor

Un joven repasa con atención los carteles de una agencia inmobiliaria en Córdoba.

Un joven repasa con atención los carteles de una agencia inmobiliaria en Córdoba. / Manuel Murillo

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

Salarios bajos, índice de precios al consumo y precios de la vivienda en constante alza hacen cada vez más difícil cumplir con la meta de la emancipación. Según la Agencia Tributaria, el salario medio de los cordobeses menores de 35 años oscila entre 6.732 euros brutos anuales para los chavales de entre 18 y 25 años y de 14.102 euros para los de 26 a 35 años, lo que supone en todos los casos menos de 1.000 euros netos mensuales. Esos son los ingresos de los jóvenes que trabajan, empleados habitualmente con contratos temporales y en muchos casos a tiempo parcial, a lo que hay que añadir que la tasa de paro entre los menores de 25 años es del 35,9%. Según el informe del Observatorio de Emancipación correspondiente al primer semestre de 2022, el poder adquisitivo de los jóvenes ha caído un 22,6% desde 2008. No es de extrañar que, según recoge el mismo Observatorio y el estudio de CCOO Hart@s de vivir malamente, que solo el 14,5% de los jóvenes cordobeses se haya podido emancipar, casi 10 puntos menos que en 2008.

Comprar un piso con esos ingresos en Córdoba es hoy por hoy casi tan complicado como alquilarlo, ya que las exigencias para ambos mercados se han multiplicado y los precios se han disparado entre un 2% y un 7% de media según la plataforma Enalquiler, que analiza la evolución del mercado. Lo dice además el presidente de la asociación de agencias inmobiliarias de Córdoba Asaicor, José Vaquero, que asegura que mientras la demanda de alquileres no deja de crecer, la oferta de pisos se está reduciendo, lo que está subiendo inevitablemente los precios de quienes están dispuestos a alquilar, que ahora saben que tendrán una larga lista de candidatos entre los que elegir al mejor inquilino. «En mi opinión, no se está aplicando una política correcta para regularizar los precios del alquiler», afirma Vaquero, «las ayudas que se están dando están produciendo justo el efecto contrario, ya que si los propietarios saben que un joven recibirá 200 euros extra, en lugar de bajar el precio lo que están haciendo es subirlo en cuanto tienen la oportunidad». Además, añade, «esas ayudas tienen una edad limitada, lo que está expulsando del mercado del alquiler a personas trabajadoras pero con salarios medios bajos que al tener más edad no tienen derecho a la bonificación». En los últimos meses, el precio medio del alquiler ha aumentado hasta situar la horquilla entre 550 y 750 euros de media, según las características del piso y las zonas en que se encuentren. «Cuando una persona quiere alquilar, se estima que debe destinar a la renta no más de un tercio de su sueldo a este pago, por lo que para alquilar un piso de entre 500 y 600 euros, debe poder demostrar que tiene una vida laboral estable y que percibe unos ingresos mensuales de al menos 1.700 euros».

Recuerda Vaquero que además del abono del alquiler, los propietarios exigen que el inquilino pueda hacer frente sin problema «al pago de los suministros, afectada por la inflación, la comunidad, y el resto de gastos que pueda tener la unidad familiar». A esto se añade, según Asaicor, la percepción de inseguridad jurídica que tienen muchos arrendadores, que temen que sus viviendas puedan ser ocupadas, «lo que les está llevando al mercado de la venta en lugar de mantenerse en el del alquiler de larga duración». Según Vaquero, una política adecuada de regulación debería pasar por «incentivar los alquileres con ayudas a los propietarios que hagan atractiva esta opción» y, por otro lado, «mejorar la seguridad jurídica y proteger al propietario en lugar de al ocupa, ya que la mayoría de las familias que sacan una vivienda en alquiler son pequeños tenedores que dependen de ese ingreso para otros gastos fijos».

El inquilino, sospechoso de insolvencia

El deseo de alquilar una vivienda en Córdoba, una ciudad que como muchas otras de España no tiene la cultura del alquiler interiorizada como una práctica tan aceptable como la de comprar, convierte al inquilino en sospechoso de insolvente. «Si no compra», deducen muchos propietarios para quienes alquilar es una forma de tirar el dinero, «será porque no puede y si no puede es que gana poco». En ese contexto, marcado además por una oferta limitadísima de vivienda de alquiler, los arrendadores están elevando el listón hasta niveles insospechados. Según Víctor Franco, director de una de las oficinas de Tucasacórdoba, «el 80% de los propietarios piden los mismos papeles para alquilar que para hacer una hipoteca, a lo que se suman otros requisitos como que no tenga animales, que no tengan niños o que no sean extranjeros».

En opinión de Víctor Franco, «muchos arrendadores no entienden que al alquilar ceden el uso de su vivienda y que lo único que debe preocuparles es que se la entreguen tal y como está, por lo que exigir que no haya mascotas o niños es algo que se permiten porque hay mucha demanda y poca oferta». A eso se unen otras cuestiones más subjetivas como «que les guste el perfil del inquilino, ya no social o económico sino el acento, la imagen o estética que tengan». La ley establece que no se puedan pedir más de una mensualidad como depósito y otra por el primer mes y estar al corriente de pagos, pero según José Antonio L., inquilino de 32 años desde hace siete, «hay caseros que llegan a pedir dos mensualidades además de la fianza y el mes de la agencia, por lo que en un piso de 500 euros tienes que adelantar 2.000 euros antes de entrar a vivir». No todos, sin embargo, están siempre dispuestos a resolver las incidencias con la diligencia deseable. «Hay gente que responde bien cuando hay un problema como que gotee un grifo o se averíe el termo y otros que van al piso, sobre todo cuando los inquilinos somos jóvenes, hacen un arreglo casero y nunca acaban de solucionar la incidencia», asegura.

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