Diario Córdoba

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Perspectivas de la pobreza en la ciudad

Las oenegés cordobesas alertan de una nueva «oleada» de familias vulnerables en otoño

El Banco de Alimentos se prepara con una mayor reserva y pide voluntarios | Cruz Roja y Cáritas señalan un incremento de la pobreza energética en Córdoba

Un operario coloca embalajes con comida en el almacén del Banco de Alimentos Medina Azahara. Chencho Martínez

No quieren ser agoreros, ni tampoco disponen de una bola de cristal para conocer el futuro, pero las perspectivas de cara al otoño no se presentan demasiado halagüeñas de cara a que aumente la demanda de personas en Córdoba que les pida ayuda para alimentarse o para pagar el alquiler o la factura de la luz. Cruz Roja, Cáritas, el Banco de Alimentos, la Obra Social Hermano Bonifacio del hospital San Juan de Dios y la Fundación Prolibertas, que gestiona el comedor social de los Trinitarios, ven con «preocupación» e «incertidumbre» este otoño ante una posible y nueva «oleada» de familias vulnerables en Córdoba.

Algunas de estas entidades sociales ya empiezan a notar esa subida en el número de personas que les solicita ayuda, como es el caso de la obra social del hospital San Juan de Dios, que está atendiendo a dos mil familias, frente a las 1.600 de hace un año. También se ha producido un incremento en los usuarios del comedor social de los Trinitarios, ya que en agosto del año 2021 se entregaron un total de 2.045 menús, una media de 65 al día, mientras que en el mismo mes de este año unas 2.430 personas comieron en él. «La tendencia es a subir. En agosto venían al comedor entre 90 y 100 personas al día y solo ayer ya fueron 140», afirma el delegado de la Fundación Prolibertas en Córdoba, Eduardo García.

Las entidades sociales atienden a población de casi todos los barrios de Córdoba y de todas las edades

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También intuye un repunte el presidente del Banco de Alimentos de Córdoba, Rafael Revuelto, que espera que «las cifras no suban más», porque los beneficiarios totales han sido 29.402 a este mes de agosto y esta cifra es mayor que la de 2021, cuando fueron 25.000.

Por su parte, Cruz Roja atendió a un número similar de personas con respecto a agosto del pasado año en su reparto individual de alimentos, al dar respuesta a 1.936 beneficiarios. «No podemos saber el futuro, pero con la subida de precios imaginamos que la cifra irá subiendo en el otoño. Va a haber más personas vulnerables y más pobres y necesitarán más apoyo», sostiene el responsable provincial de Extrema Vulnerabilidad de Cruz Roja, Ángel Córdoba. Sí le preocupa especialmente el posible aumento de la pobreza energética en Córdoba. Este año, un total de 67 familias han recibido ayuda de la Cruz Roja para pagar su factura de la luz, el 90% en la ciudad de Córdoba.

Cola para ser atendido en el comedor social de la calle Sagunto, el pasado viernes. Chencho Martínez

El incremento en la petición de ayudas para hacer frente al pago de la luz o el alquiler también lo nota la obra social del hospital San Juan de Dios, que este año apoya a cerca de 90 familias en estos pagos, número que se ha duplicado respecto al 2021.

Igualmente, Cáritas Diocesana de Córdoba también asegura que «aumenta el número de familias que acude para pedir ayuda» a la organización en la provincia «por no poder hacer frente a los gastos habituales de una casa», tales como la luz y el pago de otros suministros por «el incremento de la factura de luz o la subida de los precios de los alimentos básicos», sostiene la coordinadora del área de Acción Social de Cáritas Diocesana de Córdoba, Soledad Crespo.

Por lo que pueda venir, el Banco de Alimentos está haciendo reserva de productos. «Esa reserva nos da tranquilidad. Están entrando 600.000 kilos de la Comunidad Europea. De alguna manera, los tenemos presentes por si la demanda empieza a dispararse», afirma el presidente del Banco de Alimentos, Rafael Revuelto.

"La vulnerabilidad no entiende de edades; tenemos desde jóvenes a pensionistas con pagas no contributivas", asegura Ángel Córdoba, de Cruz Roja

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Estas entidades sociales explican que no existe un único perfil de demandante de las ayudas, pero sí coinciden en que cada vez acuden más trabajadores que con sus sueldos no alcanzan para comprar alimentos para todo el mes o pagar el alquiler o la factura de la luz. «Hay muchas personas que no tienen medios para cubrir sus necesidades básicas, como las que viven solas, familias numerosas en que solo trabaja un miembro o ninguno, monoparentales y trabajadores a los que no les llega el sueldo», explica Ángel Córdoba, de Cruz Roja. 

Voluntarios de la Cruz Roja atienden las peticiones de ayuda.. Chencho Martínez

Ese mismo argumento lo mantiene José María López, del hospital San Juan de Dios: «Hay muchas familias que no llegan a final de mes con trabajos por horas en limpieza o en cafeterías». «Con un sueldo de 600 euros no pueden pagar ni siquiera el alquiler y, aun teniendo trabajo, sus recursos económicos son muy escasos», apunta López. Idea en la que coincide Eduardo García, de Prolibertas, que señala que «con pequeños contratos temporales o con las pensiones no contributivas no les da». Ahora mismo, estas entidades sociales están atendiendo a población de casi todos los barrios de Córdoba y a personas desde los 18 hasta los 75 años, porque «la vulnerabilidad no entiende de edades», asegura Ángel Córdoba, de Cruz Roja, y recuerda la «cruda realidad de la pobreza infantil».

"Aumenta el número de familias que acude por no poder hacer frente a los gastos habituales de una casa, como la luz", dice Soledad Crespo, de Cáritas

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Respecto a las necesidades que tienen estas entidades sociales para atender las demandas, tanto el Banco de Alimentos de Córdoba como la obra social del San Juan de Dios piden voluntarios. En el caso del banco, para hacerse cargo de colocar, clasificar, repartir los alimentos y para hacer los pedidos de reparto, sin olvidar que se acerca la gran recogida de productos en el mes de diciembre.

Una voluntaria coloca ropa en el ropero social del San Juan de Dios. Óscar Barrionuevo

En la obra social del San Juan de Dios también necesitan voluntarios para esas tareas, pero además para atender a las citas individuales diarias de reparto de alimentos y al ropero. «Se les atiende de manera individual en un despacho para evitar las llamadas colas del hambre y para darles esperanza y apoyo», señala López.

Por su parte, Eduardo García, de la Fundación Prolibertas, hace hincapié en la necesidad «urgente» de ampliar y mejorar sus instalaciones. «Necesitamos una cocina y un comedor nuevos, dignos y con capacidad para el futuro», insiste.

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