Si hay una palabra que defina a la situación de actualidad por la que pasa el mundo, es incertidumbre. Y no ajeno a esta, el sector automovilístico vive las consecuencias desde hace un año. Una factura que se ha recrudecido en las últimas semanas, pero que se asume con más serenidad porque «ya venimos de una situación mala...». Así, Antonio Chamorro, gerente de Citroën en Córdoba, concluye que siguen igual. Porque, aunque este mes esté «muy parado», ya hace un año que el sector adolece ciertos problemas.

Todo empezó con la crisis de los microchips. Ahora, hay que sumar una guerra, la subida de precios del gasoil y una huelga indefinida de transportistas, entre otras cosas. Y las secuelas de estos problemas se nota en el procedimiento para adquirir un coche. Desde hace un año, según estima el gerente, ya no piden vehículos para stock. Y, si lo hacen, tardan en llegar una eternidad porque el fabricante «prioriza los coches ya comprados». Antes, un vehículo para stock tardaba «un mes o mes y medio». En el presente, incluso siendo para clientes, tardan «tres, cuatro o seis meses, dependiendo del modelo».

En Mazda, las ventas han caído un 30% en comparación con el primer trimestre del 2021, según Luis Hernández, jefe de ventas. Y lo que empezara con los chips, ha empeorado con la guerra entre Rusia y Ucrania. «El problema es que dependemos de una guerra que puede durar años o solventarse en meses o semanas», opina Hernández. A eso, el responsable de las ventas de la marca japonesa en Córdoba, suma los problemas económicos, el conflicto por el combustible y la huelga de los transportistas. «Sobre todo está afectando en el tema del suministro», explica. Todas esas razones justifican que esté llegando «poquito material» al concesionario actualmente.

Ahora, además, se encuentran con el inconveniente de tener que hacer pedidos para cinco o seis meses. «Nosotros estábamos, incluso, en 10 días o máximo, máximo, el pedido a Japón en cuatro meses». Y lo peor de esa demora es que «el cliente no espera». «Hay clientes que se nos están yendo de la marca por este motivo», asegura. Al cliente lo nota «más reacio». Y es que todo afecta. Y a todos. «El problema es delicado para todo el mundo», pero «en el automóvil afecta, quizás, más», dice Hernández.

Tanto es así que, incluso, los fabricantes están empezando a tomar medidas, como explica el jefe de ventas e n Mazda. Al darse cuenta de la situación por la que atraviesa el sector, «están bajando los objetivos». Sus esperanzas están en que este contexto sea pasajero. Porque, de seguir así, él lo tiene claro: «No hay forma de sustentar un negocio de este tipo ahora mismo».