Si comprar ropa o productos de belleza te da seguridad o calma tu ansiedad, si tu armario está abarrotado de prendas entre las que cada vez hay más con la etiqueta puesta porque ni siquiera te da tiempo a estrenar las nuevas adquisiciones antes de adquirir otras o si gastas más dinero del que dispones en cosas innecesarias, puede que las compras se hayan convertido en una adicción. Proyecto Hombre es una de las entidades que en Córdoba aborda este trastorno que se estima afecta ya a un 10% de la población. Miguel Ángel Martínez, terapeuta y coordinador de los programas ambulatorios de la entidad, asegura que muchos de los casos que tratan están asociados a otras adicciones comportamentales vinculadas al uso excesivo de las redes sociales o internet y en personas con baja autoestima y problemas de ansiedad que se evaden a través de estas prácticas. «No suelen pedir ayuda porque tienen un problema de compras compulsivas sino que consultan por otro tipo de adicción y cuando analizamos su perfil, nos damos cuenta de que presentan este trastorno asociado», señala. Generalmente, se da más en chicas jóvenes y mujeres de entre 30 y 45 años que, «o bien gastan cantidades excesivas de dinero en comprar, o dedican mucho tiempo buscando ofertas de artículos que no necesitan».

Visto así, tras una pandemia que ha llevado a gran parte de la población a pasar gran parte de su tiempo en casa, ojeando el móvil para comprar o como entretenimiento, casi cualquiera podría encajar en ese perfil. Sin embargo, según Martínez, para determinar si una persona es adicta o no, lo importante es analizar su capacidad de autocontrol, si es capaz de no comprar sin que esto le produzca estrés o ansiedad.

Las causas de este trastorno están en cuestiones como la obsesión por la apariencia física, que se amplifica por el influjo de las redes sociales o las exigencias impuestas por la moda. «También puede ser una forma de intentar encajar en el grupo o una vía para satisfacer carencias afectivas», algo que es común a otro tipo de adicciones. 

Una vez se diagnostica el trastorno, el proceso para la recuperación de la persona afectada obliga a establecer una serie de limitaciones con las que corregir el comportamiento obsesivo. «Al principio, hay que prohibir las compras por internet o que las compras que se realizan se hagan siempre en presencia de una persona concreta, con un presupuesto máximo, una lista de las cosas que se necesitan y acudir solo a unas páginas predeterminadas». También es aconsejable no comprar en momentos de bajón emocional y estar alerta si se empiezan a acumular productos similares, lo cual es síntoma de que las compras se realizan de un modo compulsivo y poco meditado. Paralelamente, el equipo de profesionales realiza una valoración psiquiátrica para marcar objetivos en el control de impulsos.

La principal dificultad de esta forma de adicción es que si bien el objetivo de un alcohólico será no volver a probar el alcohol y el de un cocainómano no consumir más cocaína en la vida, los adictos a las compras deben reeducar sus hábitos de forma que aprendan a comprar de una forma sana. Según el terapeuta, «es improbable que una persona pueda renunciar durante el resto de su vida a comprar, ya sea en internet o en tiendas físicas, se trata más bien de tomar conciencia del problema y cubrir los vacíos existenciales que llevan a que las compras sean una vía de escape». Comprar sí, pero sin perder el control.