La Universidad de Córdoba ha sido recientemente sede de unas jornadas técnicas sobre plantas solares fotovoltaicas en las que se ha analizado la cara oculta de las energías renovables, el impacto medioambiental. En este contexto, plataformas como Aliente, cuyo lema es Renovables sí, pero no así, han defendido la importancia de sustituir los combustibles fósiles por fuentes de generación más sostenibles, rechazando el planteamiento que pretende aumentar la producción de energía sin considerar los límites reales del planeta «trasladando la idea de que podemos seguir consumiendo tanta energía como queramos, ahora que, por fin, es renovable». Aliente se muestra contrario a la instalación de grandes plantas alejadas de los centros de consumo y rechaza convertir la península ibérica en un gran proveedor de energía limpia desde donde abastecer a otros países sin tener en cuenta el impacto que estas plantas producen en el territorio donde se despliegan. 

Ecologistas en Acción, también presentes en la jornada, coinciden en el planteamiento y apuntan que la falta de una planificación rigurosa y de instrumentos que permitan la selección de los emplazamientos adecuados está posibilitando que se ocupen hábitats donde se pone en riesgo la supervivencia de determinadas especies y la instalación de plantas de dimensiones excesivas que hacen que se degrade suelo agrícola fértil para convertirlo en baldío. Esto ocurre, aseguran, porque son las empresas promotoras las que están haciendo la selección de los emplazamientos en base al menor coste del suelo y a la menor resistencia social. En este sentido, critican que el Ministerio de Transición Ecológica presentara un mapa con las zonas especialmente sensibles sin aportar un mecanismo que obligue a respetar estos espacios. Ecologistas en Acción abogan por vigilar las buenas y malas prácticas y sancionar las que supongan un riesgo para el entorno. 

En lo que respecta a Córdoba, el biólogo y experto en gestión de fauna amenazada y espacios naturales protegidos, Rafael Arenas, coordinador de las jornadas, expuso, además, cómo la proliferación de plantas de energía solar y fotovoltaica en determinadas zonas de la provincia está empezando a amenazar la permanencia de determinadas especies. Según este experto, que cuestionó la práctica de determinadas empresas que presentan proyectos de menos de 50 MW para saltarse el trámite del Ministerio aunque en la práctica unen varias pequeñas que funcionan como una macroplanta, existen dos zonas en Córdoba donde el desarrollo que se está llevando a cabo de este tipo de plantación no es el adecuado. Una de ellas la sitúa en El Carpio y alrededores, por ser sensible para la conservación de las aves esteparias, y otra, en el entorno de Guadalcázar, donde sobreviven los últimos encinares de la campiña cordobesa y, además, en un área de dispersión del águila real, imperial y perdicera. 

El modelo de macroplantas

Los agentes participantes en las jornadas, que contaron con la presencia de agricultores, ganaderos y expertos en medio ambiente, reclamaron reglas estrictas que frenen la expansión de las plantas fotovoltaicas con el único objetivo de hacer negocio, con criterios de rentabilidad económica exclusivamente, y que se aproveche la oportunidad de esta energía para crear un modelo sostenible. Y es que el modelo de grandes macroplantas que ocupan cientos o miles de hectáreas, según Arenas, «se estima que puede hacer desaparecer en Andalucía más de 52.000 hectáreas de terreno».