Además de la tragedia humana que supone la crisis bélica entre Rusia y Ucrania, las consecuencias económicas derivadas de este conflicto pueden afectar a empresas como la cordobesa Moresil, que, ubicada en Posadas, se dedica a la fabricación de maquinaria agrícola que desde hace ocho años exporta a esos países.

Francisco Moreno, responsable de esta empresa, habla de “incertidumbre” ante esta situación, ya que “las entregas a estos países las solemos hacer entre mayo y junio y para entonces no sabemos en qué momento estaremos”. Según señala Moreno, la venta de maquinaria agrícola a estos países representa un 9% de la facturación de Moresil, a los que exporta, principalmente, cabezales para cosechar girasol y maíz, de los que son los grandes productores mundiales. 

“Tampoco sabremos si se podrían realizar los pagos en el caso de que los bancos no respondan, por lo que hay que esperar para saber hasta qué punto nos podrá afectar este conflicto”, explica Moreno, que también muestra su preocupación ante la situación que vive Alexander Soyko, un técnico ucraniano que trabaja en la empresa desde hace algo más de ocho años y que vive el miedo de la suerte que pueda correr su familia.

"La situación es horrible"

“Acabo de hablar con mi hermana y la situación es horrible”, asegura Soyko, que vive en Posadas junto a su mujer e hijos, además de sus padres, pero que siente un gran temor por el resto de su familia y amigos que se encuentran en Ucrania. “Mi hermana, su marido y sus hijos han podido salir de Kiev y se han trasladado a una pequeña aldea cercana donde sus suegros tienen una casa, pero esta noche ha sido complicada porque están situados junto a un cuartel militar al que han estado atacando durante horas”, explica con la voz entrecortada este ucraniano, que cuenta que su familia no se atreve a moverse a otro logar debido a los grandes atascos que se están produciendo en las carreteras de la zona. A pesar de que se lleva hablando de esta amenaza durante meses, Soyco nunca imaginó que la situación pudiera llegar a este extremo. “Por mi trabajo, he viajado a Ucrania todos los años a revisar o reparar las máquinas, muchas veces en la zona del conflicto, y a pesar de que la tensión se palpa desde hace mucho tiempo nunca creí que el conflicto se saldaría con una guerra tan abierta”.

Soyco reclama desde Posadas la “unión de EEUU y Europa para parar esta guerra, que, si continúa, podría trasladarse  a otros países”, pero el técnico no confía en tal solución. “No veo voluntad política para acabar con este conflicto”, continúa el técnico de Moresil, que lleva toda semana pegado a la televisión en busca de información sobre lo que está ocurriendo en su país.    

Dentro de lo espantoso de esta situación, el técnico ucraniano se felicita porque aún puede comunicarse por teléfono con sus familiares y amigos, pero teme que esto pueda cambiar. “Si se bombardea algún repetidor es posible que se corten las comunicaciones, lo que sería espantoso”, advierte, a la vez que anima a asistir a la concentración que se celebrará mañana en la plaza de Las Tendillas en protesta por esta invasión.

El matrimonio formado por la ucraniana Osaka Bondar y el ruso Sergey Basov, junto a su hijo. CÓRDOBA

"Somos hermanos"

Y la misma invitación hace la ciudadana ucraniana Oksana Bondar, que reside en Córdoba desde hace muchos años con su marido, el ruso Sergey Basov, y ambos están viviendo esta situación con “mucha preocupación”. “Estamos muy mal, nuestra familia está intentando salir de su ciudad, a muy pocos kilómetros de Rusia, pero es algo muy difícil en este momento”. Igual que Alexander Soyco, Bondar subraya que “no imaginé jamás que esto pudiera suceder, siempre pensamos que se llegaría a un acuerdo para que la población civil no sufriera una guerra, pero los políticos no piensan en la gente”. Bondar tiene dos hermanas que viven en Ucrania y, “afortunadamente”, están en comunicación constante, aunque, como teme Soyco, también piensa que eso se puede acabar de un momento a otro, lo que aumentaría la incertidumbre y el miedo. El hecho de estar casada con un ruso no supone ningún problema, ya que “no solo mi marido, sino muchos ciudadanos rusos que conozco están en desacuerdo con esta acción de Putin y también sienten mucho temor ante este conflicto". “Somos hermanos, y son muchos los matrimonios entre rusos y ucranianos, por lo que hasta que me desperté la mañana del pasado miércoles con los mensajes de mi familia no creí jamás que pudiera suceder algo así”, asegura Bondar, que también vive pegada a la pantalla de televisión a la espera de noticias.