Cada 21 de febrero se celebra el Día de los Guías Turísticos. Eso sí, de celebración poca, porque como explica el presidente de la asociación que los reúne en Córdoba, Luis Álvarez, «lo único que se puede celebrar es la escasez absoluta de trabajo». El mismo 2022, que para parte del sector se atisba con esperanza y recuperación, para los guías no es más «que un año igual de malo que el 2020 o el 2021». Aun así, el responsable de la Asociación Profesional de Guías-Intérpretes de Turismo y Patrimonio (APIT) no pierde la esperanza y apunta que si todo marcha bien (lo que implica un covid en caída y una bajada de la tensión entre Rusia y Ucrania), «en septiembre u octubre puede encarrilarse la situación».

Álvarez recuerda un 2019 que «fue más bueno que malo», aunque explica que la del guía es una «profesión cíclica» que puede variar según el año. Lamenta, eso sí, que en el 2020 el covid llegara a las puertas de la temporada alta, lo que hirió casi de muerte al sector. Han perdido, sobre todo, a los grandes grupos de turistas extranjeros y reflexiona que «mientras los españoles nos vacunamos sin pensárnoslo, eso no ocurre en otros países».

Más allá del coronavirus y de la falta de turismo, hay otro mal endémico en el sector de los guías: el instrusismo. Álvarez mete aquí a los que se hacen pasar por guías sin serlo, que «se ofrecen a nuestra clientela y nos la quitan» y también al fenómeno de los free tours, que califica directamente de «ilegales». Con ello, pide a la Junta más inspecciones para trabajar en igualdad de condiciones.