"Somos piezas de un tablero". Así de tajante se muestra Carlos Molina, un cordobés que vive casi en primera persona la tensión entre Rusia y Ucrania. Molina es jugador del equipo de balonmano de la ciudad de Zaporozhye, una localidad situada al Este de Ucrania, el Motor Zaporiyia.

Zaporozhye, o Zaporiyia, cuenta con unos 700.000 habitantes y es una de las primeras plazas fuertes de Ucrania, ya que se encuentra a poco más de 200 kilómetros de Donetsk, ocupada desde 2014 por el ejército ruso, y a unos 400 kilómetros de la frontera oficial con Rusia.

Molina llegó a Zaporiyia en septiembre de 2021 y, mientras Putin coloca a más de 100.000 soldados cerca de la frontera, el cordobés señala que la vida "no ha cambiado prácticamente en estas últimas semanas". "Me tocó viajar a Ucrania en 2016 y en esos momentos sí se notaba mucho la tensión, de hecho, jugamos en otra ciudad diferente a la prevista".

Desde entonces, asevera, la situación se ha mantenido en una especie de "calma tensa", incluidas estas últimas semanas. "La mayoría de los ciudadanos lo ven como un movimiento más en esta partida de ajedrez que comenzó a jugarse en 2014 (cuando Rusia invadió la península de Crimea y Donetsk)", señala, subrayando que "hay quien tiene miedo, o que incluso depende del conflicto porque, por ejemplo, fabrica material militar, pero lejos de esto la vida es normal". Sin embargo, sí observa algunos matices, como el incremento del número de militares en las calles más céntricas.

Molina, actualmente, vive solo en el país ya que, al estar en pretemporada, pasa poco tiempo en casa, por lo que su mujer y su hijo sí están en España, aunque, cuenta, "cuando empiece la liga vendrán".

En cuanto a la relación entre ucranianos y rusos, una comunidad muy numerosa en la región, el deportista también destaca que no ha habido problemas, mientras pone en valor la buena relación entre ambas partes: "Junto con la bielorrusa, se trata de culturas muy similares y que, ciertamente, se sienten como hermanos. En mi equipo de hecho hay jugadores rusos, ucranianos y bielorrusos y no hay ningún tipo de rencilla", recalca. "Más que un sentimiento anti-ruso, creo que es más fuerte el desasosiego con el país por diferentes escándalos de corrupción que ha habido", reflexiona.

Bismarck decía que el secreto para triunfar en la política es firmar la paz con Rusia, una doctrina que ciudadanos de a pie parecen tener clara. Mientras, los dirigentes políticos juegan en un tablero en el que, de momento, no se ha alterado por enésima vez la vida de la gente, aunque habrá que esperar a ver cómo se terminan moviendo las piezas y, sobre todo, cómo concluye la partida.