La Virgen de la Salud regresó ayer domingo en una procesión de acción de gracias por el control de la pandemia a su templo en el barrio del Naranjo. Tras la misa de 12 celebrada en la Catedral se fue formando el cortejo, que llevaría a la Virgen de la Salud a su barrio. Así, puntualmente, la banda de cornetas de la Salud en cruz de guía hacía el preludio musical al cortejo de la titular de la Hermandad de la Agonía, que desde la Puerta de las Palmas de la Catedral hacía su salida. 

Al fondo, entre la espesura de las naves catedralicias se podía ver el rojo palio de la Virgen de la Salud, que pocos minutos después estaba enmarcado en el Arco de las Bendiciones a punto de encontrase con el ingente público congregado en el Patio de los Naranjos. Comenzaba así un largo recorrido que la llevaría por zonas de la ciudad inéditas para la corporación del Naranjo como San Pedro, la Corredera, San Andrés o Jesús Nazareno, donde el paso de la Virgen se paró para homenajear a los ancianos de la residencia del mismo nombre. 

Tras esta emotiva parada, y tras el rezo de la Salve, el paso de la Virgen de la Salud se dirigió hacia la calle Enrique Redel buscando Santa Marina.

La Virgen de la Salud procesionó en su paso de palio estrenando respiraderos, mientras que el exorno floral combinó distintas variedades florales en tonalidades rosas.

Un paso de palio que caminó a los sones de la cordobesa banda de música de la Estrella, que fue alternando con la del Carmen de Dúrcal, interpretando alegres marchas para el largo camino de la Divina enfermera del Naranjo.

La hermandad del Martes Santo fue la primera hermandad de penitencia de la capital que ha celebrado una procesión con el propósito de realizar una «acción de gracias», teniendo esta salida un carácter de oración y homenaje a todas las víctimas provocadas por el virus en todo el mundo.