Silvia Lopera Cerro tiene 31 años y hace cinco que fue víctima de un episodio de violencia de género en una relación de pareja que duró cuatro meses y de la que supo salir a tiempo. Ingeniera técnica de Informática de Gestión, Silvia se ha convertido en una activista contra esta lacra social de la mano de la Plataforma Cordobesa contra la Violencia de Género y ofrece charlas en colegios e institutos para ayudar a los jóvenes y adolescentes a identificar las prácticas machistas y prevenir conductas de este tipo.

¿Cómo conoció al que fuera tu maltratador y cómo surgió el maltrato?

Ocurrió cuando yo tenía 25 años y él tenía 30. Era amigo de otro amigo, nos caímos bien, me pidió el teléfono y empezamos a quedar. Al principio, era una persona cariñosa, amable, hablábamos de todo, pero a medida que pasó el tiempo, empezó a controlar todo lo que hacía. Yo me daba cuenta de que la relación empezaba a ser tóxica, pero el chico me gustaba y pensaba que podría reconducir la situación sola, así que no se lo conté a nadie. En cuatro meses, la cosa fue a más y dos veces estuvo a punto de hacerme mucho daño. La primera fue porque fuimos a una inauguración con unos amigos y allí estaba mi ex. Se cabreó y empezó a beber, luego tiró un vaso en el suelo y cuando me fui apareció en mi casa borracho con el coche, así que para que no la liara me fui con él y acabó estrellándolo en un parque. La segunda vez fue porque una mañana le dije que no quería seguir con él y cuando intenté salir, me sujetó de la mano y me empezó a insultarme y a pegarme hasta que una vecina me oyó gritar y llamó a la Policía. Ese día me di cuenta que aquello había llegado demasiado lejos.

¿Denunció el caso?

Ese día no, mi familia no sabía nada, así que le dije a la Policía que primero quería contar a mis padres lo que había pasado. Al día siguiente, después de bombardearme el móvil pidiendo perdón, me estuvo acechando y me daba miedo verlo. Yo no quería que mi familia sufriera, así que renuncié a mi trabajo y a los estudios y me encerré mi casa porque él vive cerca y no quería encontrármelo. Al final, lo conté y lo denuncié. El juez me dio la razón, le pusieron una orden de alejamiento de más de dos años, una de las más largas en Córdoba, pero no tuvo pena de prisión sino de trabajos a la comunidad. Mucha gente se sorprende de que me pasara algo así porque parece que no cumplo el perfil, porque tengo formación y soy una persona muy echada para adelante. Ahora lo pienso y veo que me pilló en un momento de baja autoestima y se aprovechó para controlarme, me preguntaba con quién iba y yo para no discutir, acababa por no salir, me obligaba a enseñarle el móvil y como yo no tenía nada que ocultar, lo hacía: era muy celoso y siempre insinuaba que tenía algo con mis compañeros, hasta que me aislé cada vez más.

Han pasado varios años, ¿tiene miedo de encontrarse con quien la maltrató?

No, mi familia me ha apoyado mucho y me he hecho fuerte, pero lo que me pasó no se olvida. Por eso doy charlas, estas cosas no son algo privado sino que debe hacerse público para que la gente esté alerta. Creo que es mi obligación hacerlo para ayudar a otras mujeres. Yo identifiqué lo que me pasaba y pude romper con él, pero no es fácil. Los maltratadores son personas embaucadoras y cuando se genera el vínculo, actúan poco a poco sin que te des cuenta. Luego he tenido otras relaciones y afortunadamente no se han comportado como esta persona.

¿Cuál es su recomendación para otras mujeres que pasen por lo mismo?

Yo creo que quien pase por algo así debería empezar por contarlo en su entorno, explicar a los amigos, familiares, a las amigas cómo se siente y lo que está viviendo porque su entorno le hará ver que lo que ocurre no es normal y la ayudarán a pedir ayuda y denunciar si es necesario. Es algo que yo no hice hasta el último día, pero creo que me habría venido bien para darme cuenta de lo que pasaba mucho antes.

Por lo que percibe en las aulas cuando va a dar charlas, ¿por qué aumenta la violencia de género entre los jóvenes?

Yo creo que no hay formación feminista y sobre educación en igualdad en los institutos. Si es la asignatura de filosofía y la quieren quitar… hay actividades extraescolares y charlas sobre este tema, pero son muy puntuales, no hay una continuidad. Hay centros que lo trabajan todo el año y otros que no. Y por otro lado, el acceso prematuro a las nuevas tecnologías que hace que ellos se comporten como lo que ven, sin tener la madurez suficiente para discernir si lo que ven es correcto o no. El porno es un ejemplo claro de machismo que cala en ellos desde muy jóvenes y como en los vídeos parece que a las mujeres les gusta lo que les hacen, ellos entienden que es así como tienen que comportarse con sus parejas. Además, ahora tienen muy fácil el control por los móviles, buscan la inmediatez en la contestación a cualquier whatssapp para saber qué hace y dónde está la otra persona en cada momento, les piden fotos y eso lo consideran encima como una prueba de amor.