Silvia Vázquez y Francisco Miranda se enamoraron tras conocerse en la Asociación Provincial de Personas Sordas de Córdoba (Appsc), al presentar ambos una discapacidad auditiva. Al poco tiempo formaron una familia y tuvieron dos hijas, Silvia y Victoria. Silvia Vázquez, de 49 años, trabaja en la Diputación, en Hacienda Local, y Francisco Miranda, de 67 años y profesor de profesión, se tuvo que jubilar de forma anticipada. A los 30 años Francisco perdió la audición por los efectos secundarios de un fármaco para la alergia al polen. 

En el caso de Silvia, cuando apenas tenía 12 meses, las contraindicaciones de un antibiótico originaron su sordera, relata su hija Silvia. Este hecho lo recoge el libro Gritos de Nadadora, publicado por DeTorres Editores y escrito por Francisco Miranda. La obra narra la historia de superación de Silvia, que logró estudiar Gestión Administrativa e Informática, aunque en su época no había apoyos en los centros educativos, ni se conocía apenas la lengua de signos. Una asignatura que, según ella, sigue pendiente a pesar del mayor aprendizaje y uso de esta lengua en la actualidad. Además, Silvia fue campeona provincial de natación durante varios años en su juventud e integrante destacada de la sección andaluza. 

Las hijas de este matrimonio consideran que su familia es como las demás, aunque en realidad para ellas es la mejor. «Nos hemos criado usando la lengua oral con mis abuelos y demás familia y empleando la lengua de signos con mis padres. Nunca hemos sentido que fueran diferentes. En mi caso, al ser la hija mayor asumo la responsabilidad de actuar como intérprete en situaciones en las que mis padres lo necesitan, ya que muchos trámites sanitarios o de otra índole, no están pensados para ser solicitados por personas sordas. En esos casos, soy yo la que llama por teléfono», señala Silvia Miranda. 

Lucía, una meritoria estudiante

La historia de Lucía Espejo es la de una cordobesa que también ha roto barreras. Tiene 29 años, es sorda profunda y cuenta con un implante coclear desde los 11 años. Para ella, su discapacidad auditiva nunca ha sido obstáculo. Al contrario, siempre le ha dado fuerzas para avanzar. «No me pongo límites, pero me molesta que he estado estudiando, formándome como una más, y no me quieren contratar por mi discapacidad. Podemos hacer cualquier cosa, excepto oír. La mayor dificultad que sufrimos las personas con discapacidad son los prejuicios. No deben juzgarnos por nuestra discapacidad, sino que deben fijarse en nuestra capacidad», resalta.

Lucía Espejo Pedrosa, una meritoria estudiante. MANUEL MURILLO

Actualmente, Lucía compagina los estudios del máster de profesorado, pues se está preparando las oposiciones para ser profesora, con trabajos para a Fundación Accesibilidad y Personas Sordas, haciendo vídeos de la Junta de Andalucía accesibles para personas sordas. Además, a veces colabora con las visitas guiadas en lengua de signos en Córdoba y en el Museo del Prado en Madrid».  

Lucía destaca, en el Día Internacional de la Sordera, que se celebra este domingo, que ha podido contar con los apoyos educativos de los que careció Silvia. Apoyos que han sido una conquista de las personas con discapacidad auditiva. «He tenido intérprete hasta en la Universidad y ahora para el máster de profesorado».

El "mayor sueño" de Lucía

«Mi mayor sueño y meta de pequeña era llegar a la universidad y lo logré. Ahora mi objetivo es aprobar las oposiciones», recalca. Lucía, que tiene dos primas también sordas, fue la primera alumna de la Universidad de Córdoba que defendió su Trabajo Fin de Máster (TFM) en lengua de signos y la primera alumna sorda graduada en Historia del Arte en España. «Espero que esto motive a otras personas sordas a estudiar lo que les guste. Nunca creí que podría trabajar en el Museo del Prado o hacer el TFM sobre el acoso escolar en el alumnado sordo» añade.

Debido a la pandemia, se han agravado trabas que vienen sufriendo las personas con discapacidad auditiva desde siempre. «Las mascarillas, al cubrir la boca, son solo una pequeña dificultad que venimos soportando en esta crisis. La mayoría de gestiones se han venido haciendo por teléfono por el covid, a pesar de reivindicar que fueran por correo electrónico. Para las personas sordas mayores ha sido un doble hándicap por el desfase tecnológico que sufren. La asociación Appsc se ofreció voluntaria a enseñarles a hacer videollamadas. Se supone que tenemos derecho a la información, pero no la recibimos. Noticias relacionadas con el Ayuntamiento de Córdoba u otras administraciones públicas no nos son accesibles», denuncia esta joven, que seguro que seguirá conquistando nuevos hitos.