Un jubileo era anoche el parque periurbano de Los Villares, al menos para lo que es habitual en verano, coincidiendo con una de las noches de mayor frecuencia de Las Perseidas, unas ‘Lágrimas de San Lorenzo’ cuya observación se ha convertido los últimos años en toda una pequeña-gran tradición estival para muchos cordobeses, una cita entre lo familiar, lo espiritual y lo romántico (depende de cada grupo) con tres encantos añadidos: ser posiblemente el área del municipio con menos contaminación lumínica gozando así de noches más estrelladas que en el resto, su cercanía a la capital a apenas 5 kilómetros de la zona de Sansueña y esos cuatro o cinco grados menos de temperatura que en la ciudad califal en las noches de verano, que no es moco de pavo en Córdoba y más en días como el de ayer, al inicio de una ola de calor.

Así, decenas de coches iban y venían anoche por los caminos del parque periurbano (importunando con sus faros a los que ya estaban concentrados en mirar la oscuridad del cielo) buscando un espacio íntimo y oscuro entre la naturaleza, la tierra y el cielo… y con menos poesía, sin olvidar tampoco alguna nevera con bebidas y un poco de cena.

Y entre los visitantes, 60 participantes (en grupos divididos) en una actividad organizada de naturaleza y astronomía que este año cumple su séptima edición, coordinada por María Luisa Rodríguez Ojeda, responsable de actividades de Domus Beticae, empresa cogestora de los equipamientos del parque junto a la institución titular, la Consejería de Agricultura de la Junta. Se trataba de la primera de las tres veladas previstas, y que tendrá continuidad esta noche y la de mañana, viernes, de la actividad “Senderismo nocturnos y Perseidas, mitos y leyendas”, dentro del ciclo de animación del parque ‘Noches de verano en Los Villares’.

“Con lo que más disfruto es cuando veo que la gente tiene interés en saber cosas de la naturaleza. Así da gusto transmitir, comunicar… la naturaleza es la mejor escuela”, explicaba minutos antes de dar su charla bajo el cielo estrellado el fotógrafo y experto naturalista Alfonso Roldán, que junto a Noelia Granados son los monitores de la actividad.

De hecho, Roldán se confesaba encantado por la actitud del grupo de ayer. Entre ellos, dos pequeños hermanos: Amador y Mario Spínola. Un ejemplo: mientras Amador explicaba cómo le habían enseñado a distinguir entre la araña lobo y la araña tigre en la pequeña actividad de senderismo nocturno antes de mirar las estrellas, Mario se disponía a escuchar la charla adelantando de antemano que “las estrellas fugaces son meteoritos que se prenden de fuego… por eso los vemos”. Era emocionante escucharlo porque… así es justamente.

De hecho, Las Perseidas, conocidas popularmente como las ‘Lágrimas de San Lorenzo’ son restos del cometa Swift-Tuttle, que pasa cerca de la Tierra cada 133 años desintegrándose en cada vuelta un poquito más y dejando una tenue nube de polvo, con granos generalmente no mayores que la cabeza de un alfiler. Sin embargo, cuando la Tierra cruza ese rastro de la cola del cometa los mismos días de cada año, los diminutos granos chocan con las capas más altas de la atmósfera (entre la Thermosfera y la Mesosfera) y se calientan hasta convertirse en plasma, a 5.000º C, desintegrándose y emitiendo una fuerte luz. Concretamente, el pico de actividad de este año se espera a las 4.05 horas de la próxima madrugada, con 100 estrellas fugaces a la hora. Eso sí, observables en condiciones óptimas, en un cielo sin contaminación lumínica alguna, a unos 4.000 metros de altura, sin humedad ambiente, con instrumentos especiales… unas condiciones muy lejos de la calima que en estos días cubre la Península.

De todas formas, tampoco hay que ser tan exigentes con las ‘Lágrimas de San Lorenzo’, y no descarten ver más de una incluso desde el velado cielo de la capital. Más aún, tampoco hay que esperar al pico máximo del fenómeno, que como ya se ha dicho será a las 4:05 de la madrugada de este viernes, ya que el 17 de julio comenzó a verse las primeras estrellas fugaces de Las Perseidas y hasta el 24 de agosto aún podrá observarse alguna última ‘Lágrima de San Lorenzo del 2021’. Además, aparte de Los Villares hay magníficos sitios para disfrutar del fenómeno dentro del municipio de Córdoba en otros puntos de La Sierra o en el extenso parque de La Asomadilla, por no hablar ya en el ámbito provincial muchas zonas oscuras de parques naturales (como el de Hornachuelos) o del tremendo lujo que supone contar con las reservas Starlight de Los Pedroches y Sierra Morena.

En todo caso, y volviendo al parque periurbano de Los Villares, “hemos querido mantener la actividad de Las Perseidas tanto en el 2020 como en el 2021, precisamente, por lo que supone de magia y de esperanza en unos tiempos donde es más necesario que nunca”, explica Valeriano Cassani, gerente y coordinador de Domus Beticae, para explicar el esfuerzo realizado con una actividad que se desarrolla con todas las garantías sanitarias pertinentes. 

Y es que, ironías del cielo: los mismos cometas que en todas las civilizaciones eran considerados heraldos de guerras y epidemias (por cierto, el año pasado el cometa Neowise lo ‘clavó’ con el covid-19), son también los responsables de esas estrellas fugaces a las que se les confiesan los deseos y que contagian esperanza. Toda una lección del cosmos.