Córdoba acaricia la dicotomía como el que deshoja la margarita y pasa del jaramago a la tecnología 5.0 en cero coma dos. Donde ve usted un terreno arenoso que no ha servido ni para plantar patatas (no me quiere), verá una base logística del Ejército (me quiere); donde ve un edificio ultramoderno en lo que fue la Normal de Magisterio (no me quiere), verá un centro ciudadano con despachos para reunirse, biblioteca para que estudien los niños y un polo digital que quitará el hipo (me quiere); donde ve un solar vacío, una oquedad, el miembro fantasma de lo que fue el Pabellón de la Juventud (no me quiere), verá pronto un aparcamiento ¿provisional? y más adelante, si eso, otro polideportivo con piscinas (me quiere); y así, hasta quedarse solo con el rabito de la margarita.

Esta semana otra Margarita, Robles en este caso, ministra de Defensa, vino el jueves a Córdoba a visitarnos con la fresquita. A las 4 de la tarde se paseó rodeada de militares y autoridades civiles a 20 kilómetros de la capital por los terrenos de La Rinconada, que albergarán la futura base militar. Para el evento, el Ejército montó una especie de jaima con calaítos que daba sombra comme ci comme ça, pero olvidó buscar un buen botijo y una hamaca para que la titular del ramo hiciera parada y siesta aliviando los rigores de la canícula en esa hora tan intempestiva. Pese a todo, parece ser que Robles, acostumbrada al humor castrense, se llevó muy buena impresión de cómo marchan las cosas por Córdoba -lo dijo ella misma, valorando el buen ritmo de un proyecto que se quiere inaugurar en 2026- y Córdoba le perdonará todo a quien haga falta --incluso saltarse la siesta en verano-- por un macroproyecto que anuncia la creación de 1.700 empleos directos. No hay más preguntas, señoría, y vengan ustedes a la hora que gusten.

Deshojan también la margarita, con cuidado para no romperla, en la sede del PSOE. Bueno, miento, la flor quedó más que deshojada el pasado día 13, cuando celebraron sus primarias y salió Espadas. Ahora lo que están viendo es qué hacer con las hojitas de Susana, que han quedado esparcidas por el suelo y hay quien quiere hasta pisotearlas. Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere... Andan los socialistas de Espadas muy pendientes de la reconversión masiva de fieles susanistas a la religión sanchista, que es la que ahora se impone como confesión oficial en San Vicente. Ni que ellos, más papistas ahora que el papa, hubieran sido siempre de Sánchez. Tranquilos, compañeros del metal, que es tiempo de abjuración y, ya lo ha dicho el mismísimo jefe supremo ¡jau!, tiempo de indultos. A ver si se va a poder indultar a los catalanes y no a los compañeros de partido.

En esta guerra fría del socialismo regional hay hasta espías dobles, que han esperado agazapados, quizá sumidos en conflictos morales y acorralados entre la lealtad y la traición, y que ahora tendrán que pasar sin que se note al bando vencedor enterrando su pasado como quien entierra un gato muerto. No me quiere, me quiere, no me quiere.

Para terminar deshojando la margarita de la semana, la asesoría jurídica municipal ha dado una alegría a IU y Podemos, que denunciaron en mayo ante la Fiscalía las anomalías observadas en dos contratos menores adjudicados en la Delegación de Infraestructuras. Tras estudiar el resto de las adjudicaciones del 2020, el letrado jefe del Ayuntamiento, Miguel Aguilar, apunta en la misma dirección y aconseja llevar a un técnico municipal y más papeles al fiscal jefe, que tendrá que decidir si ve indicios de fraccionamiento de contratos, falsedad documental o prevaricación y si abre o no diligencias judiciales.

PP y Cs insisten en que se señala a un técnico en concreto, pero la oposición quiere cobrarse una víctima política y pide la cabeza del delegado, David Dorado, y de la coordinadora puesta por él. «Por acción o por omisión son responsables», dice Amparo Pernichi (IU), blandiendo la margarita como quien empuña un arma de fuego.