La reforma del Palacio Episcopal, la que permitirá abrir un centro de recepción de visitantes de la Mezquita-Catedral, será una realidad a finales de este año. Las obras se han centrado en unos 1.500 metros cuadrados de los 14.000 que ocupa el palacio. No es un lavado de cara, sino una reforma integral, la más importante que el Cabildo haya hecho en los últimos años (el órgano eclesiástico financia los trabajos al 100%). Así lo relata Francisco Javier Vázquez Teja, arquitecto encargado del proyecto, que estima que a la obra le queda en torno al 5% de ejecución, prácticamente rematar y probar los sistemas.

Gran parte de las labores se han centrado en el patio de carruajes del Palacio Episcopal, que hasta este proyecto no dejaba de ser un espacio sin apenas utilidad. Tomando parte de ese patio se ha levantado la recepción del centro, donde se hallaron estructuras arqueológicas que condicionaron de manera inevitable el proyecto. Estos hallazgos han sido la razón principal de que el presupuesto haya superado a día de hoy los tres millones de euros, cuando se partía de 2,1 millones.

Ahora, este recibidor es un espacio diáfano donde parte de esas estructuras arqueológicas (algunas datan de época romana) se han quedado al aire y otras están cubiertas con vidrio para que sean fácilmente observadas. Nada más entrar a este recibidor por la calle Torrijos se puede contemplar, además, el reformado patio de carruajes, que se ha pavimentado con bolo cordobés, aunque en los alrededores se ha empleado pavimento normal para facilitar el camino. Este patio, explica Vázquez Teja, se observa a través de un muro cortina, un gran ventanal de cristal. Como curiosidad, en el patio se ha instalado la fuente del elefante, hasta ahora en otra zona del Palacio Episcopal y que tiene una réplica en Trassierra (que se sustituyó en su momento para evitar que fuera objeto de actos vandálicos).

En el recibidor | El arquitecto Francisco Javier Vázquez Teja. FRANCISCO GONZÁLEZ

Al patio se podrá acceder también por otra entrada ubicada en la calle Amador de los Ríos (tanto esta como la de Torrijos estarán habilitadas para ello) y desde ahí se puede ir también a la zona de la cafetería. En esa zona de la cafetería, continúa el arquitecto, está la escalera principal y el ascensor (que es de tres embarques, es decir, que tiene tres puertas de entrada y salida).

Esa escalera da a otro de los elementos más importantes en los que se ha actuado, la crujía. Vázquez Teja detalla que aquí había una arcada barroca que estaba totalmente cubierta y tapiada y se ha recuperado para otorgarle, además, el nivel original, metro y medio más de lo que había hasta ahora. Aquí también se ha recuperado el pasillo que comunicaba el palacio con el seminario y una de las zonas nuevas más llamativas es el mirador.

Ahora, el palacio cuenta con una cubierta plana visitable a la que se puede acceder desde esa crujía donde se ha instalado un vidrio especial para facilitar las vistas y garantizar la seguridad.

Vázquez Teja detalla que el espacio nuevo está diseñado para que haya un recorrido libre, es decir, para moverse sin que haya un itinerario establecido, más allá de que en ocasiones puntuales haya que controlar los aforos. Abrir las dos puertas (la de Amador de los Ríos y la de la calle Torrijos), además, servirá para captar a los visitantes que vengan desde el Alcázar de los Reyes Cristianos y desde el Puente Romano, que realmente son las dos vías que canalizan el mayor flujo de visitas de la Mezquita-Catedral. Es decir, el edificio tiene como objetivo ser zona de paso previo antes de visitar el principal templo de la diócesis, de ahí que se le denomine centro de recepción de visitantes y no centro de interpretación.

se instalarán pantallas de información y ciertos avisos, contando, además, con que el patio está pensado para acoger eventos, por lo que este espacio podría funcionar por sí mismo. También hay que recordar que esta obra conllevaba dotar de mayor espacio al Museo Diocesano, aunque Vázquez Teja detalla que no hay un lugar concreto donde se vaya a meter todo el patrimonio de la Iglesia, sino que podrán usarse distintos sitios, como precisamente el patio.

Lo lógico, además, es que este centro de recepción de visitantes también acoja taquillas para las entradas de la Mezquita, aunque serviría de forma residual ante un mayor volumen de venta de tickets a través de internet. Lo que sí habrá seguro es una tienda. Como evidencia Vázquez Teja, cualquier museo o monumento destacado tiene tienda propia, algo que no ocurre con la Mezquita (incluso la venta de entradas presencial en la actualidad se realiza a través de un quiosco en los bajos de las arcadas del Patio de los Naranjos). Como ocurre con las tiendas en los museos, la del centro de recepción de visitantes de la Mezquita se colocará al final de recorrido.

Mirador | Una de las vistas más icónicas del casco histórico. FRANCISCO GONZÁLEZ

Acerca de las dificultades que se han encontrado en la obra (más allá de las tres licencias que han precisado de la Gerencia Municipal de Urbanismo), Vázquez Teja destaca, sobre todo, el hallazgo de los restos arqueológicos, que condicionó todo el proyecto.

También apunta hacia la colocación de ciertos elementos, especialmente los de suministros, con los que ha habido que hacer «encaje de bolillos», por ejemplo, las máquinas externas del aire, que están arriba del todo, en la cubierta, cuando los elementos internos están a unos cien metros de ellas.

El arquitecto reseña, además, el fuerte trabajo de restauración que se ha acometido durante la obra, actuándose sobre todas las portadas, los elementos pétreos y en toda la fachada principal (incluso en las gárgolas). Es más, hubo mucho trabajo de restauración que se mantuvo durante el parón de la obra porque era posible hacerlo.