En esta sociedad tan polarizada resulta cada vez más complejo zafarse del eslogan --ninguno tan hilarante como el de Madrileños por Edmundo-- o elegir si pasar la noche con las confesiones de Rocío Carrasco (32,5% de cuota de pantalla en el conjunto del país) o con el debate de las elecciones de Ayuso Socialismo o Libertad (36,3% de cuota de pantalla en la Comunidad de Madrid). Aquí en Córdoba, la polarización la estamos aplicando más a lo doméstico y pasamos del pego al susto en cuestión de segundos. A este ritmo, además, vamos a terminar el mandato con un máster en construcciones e instalaciones eléctricas, porque si hace unas semanas aprendimos lo que era un zuncho, estos días hemos descubierto lo rápido que se quiere tapar en este Ayuntamiento una zanja. Que venga ya el señor de Bricomanía.

Si analizan las últimas semanas capitulares, el gobierno local ha estado a punto de hundirse como el Titanic en varias ocasiones (susto con Timoteo, susto con Torrejimeno, susto con Gómez Calero, susto con Badanelli...), para resurgir en cuestión de horas como si el iceberg no fuera con ellos (designación de Córdoba como base logística del Ejército, apuesta definitiva por la ronda Norte, expropiación y solución para Caballerizas, acuerdo de presupuestos in extremis con el PSOE...).

La penúltima sorpresa que nos ha deparado la vida municipal –y que debe atribuírsele al trabajo de hormiga opositora que hace la concejala Amparo Pernichi— puede pasar del pego al susto en cuestión de días. De momento, el caso que IU y Podemos elevarán a la Fiscalía porque ven indicios de delito es una obra de alumbrado de la delegación de Infraestructuras acometida en la avenida de Libia y que posiblemente se fraccionó para hacerla en dos fases y con sendos contratos menores, ahorrándose así la fiscalización a la que se someten las grandes obras (presunto delito número 1). Además, IU ha denunciado que el final de la actuación se certificó antes de que concluyese (con acta notarial incluida), lo que podría dar lugar a una falsedad de documento público (presunto delito número 2). La formación morada añade que podría haber también prevaricación, por otorgar a una empresa determinada un contrato.

El gobierno local pretende mantener el asunto en la categoría de pego y para ello le ha echado la culpa de lo ocurrido al técnico municipal, defendiendo a la cadena de mando y salvando el escalafón político. Un delegado no puede estar a pie de cada obra, han venido a decir, algo de entrada razonable.

El delegado de Infraestructuras, David Dorado (Cs), ha incurrido en varias contradicciones y los lectores de CÓRDOBA no sabrán decir si la obra finalizó a 30 de diciembre y hubo que abrirla de nuevo porque alguien robó el cable (conforme a la versión número 1 que el edil ofreció a este diario) o si fue un error administrativo del técnico en cuestión, que certificó una obra que no había concluido por motivos que se desconocen (versión número 2).

Que el tema de las zanjas de la avenida de Libia quede en pego y no en susto dependerá de que sea solo esta obra la que presenta irregularidades y no «la punta del iceberg», como insinúan los grupos de oposición que observan --aún sin pruebas-- más problemas en otros contratos menores y que afirman que la adjudicataria del proyecto es una empresa que pese a crearse en junio fue invitada al 80% de los contratos menores de esta delegación (600.000 euros de importe global); que logró adjudicarse dos obras con unas bajas más afinadas que las respuestas de El precio justo; y que la sociedad --cuyo administrador no ha llamado a ningún periódico para defender su honorabilidad- tiene menos papeles en internet que una liebre. Susto o pego, pego o susto hasta mayo del 2023.

El colofón de la semana lo protagonizó Manuel Torralbo, que deja la política municipal para volver a la UCO. Su salida permite la entrada de Carmen Gómez, enfrentada con Isabel Ambrosio por varias cuestiones ideológicas y alguna más terrenal, como la pelea a cara de perro que tuvieron en la confección de la lista electoral. Sugerimos a González que contacte con María Luisa Gómez (Cs). Puede darle un cursillo exprés de cómo cantar bajo la lluvia.