Varios carteles forran la Ribera. Son una denuncia pública, las últimas palabras del hartazgo de unas vecinas contra los supuestos actos de violencia sufridos por una colonia de gatos en la zona. Los felinos habitan en un solar abandonado, en el espacio dejado tras el derrumbamiento de un edificio, entre Ronda de Isasa y la calle Cardenal González. La iniciativa surgió de Carmen, tras conocer el caso por Olga, una cordobesa que se encarga de cuidar a los animales. Ambas, junto a otras personas, se organizan por WhatsApp para ocuparse de las colonias. Bajo los naranjos frente al solar puede verse la mano humana en los recipientes de comida. Pero su trabajo va más allá. Con sus propios recursos llegan a ponerse en contacto con profesionales para esterilizarlos y así controlar a la población.

En estos casos, desde la asociación Arca de Noé, que lucha por la protección de los animales, recomiendan justamente llevar a cabo este tipo de acciones. Y, aunque aseguran que cada vez hay más gente concienciada con los derechos de los animales, sigue siendo común encontrarse con situaciones como la que describen estas vecinas de Córdoba.

Hace un mes, en su rutina, Olga percibió que faltaban algunos gatos. A veces el propietario del solar las deja entrar para encargarse de los animales. Una vez dentro hallaron a un par de ellos muertos. A Carmen eso le sugiere un envenenamiento. Pero su sorpresa llegó cuando decidieron llevar a una hembra embarazada a una residencia de animales. Tras la revisión de los profesionales, una ecografía reveló que tenía varios perdigones incrustados en una de las mamas y en la cabeza. Eso colmó la paciencia de las encargadas de cuidar a los animales, que se pusieron en contacto con la Guardia Civil -aseguran-, aunque aún no hay una denuncia oficial. Carmen no duda en ponerla ante la Policía Local en cuanto le sea posible. «Estoy pendiente de la cita», dice.

Desde Arca de Noé consideran que, ante estas situaciones, lo primero que hay que hacer es recabar pruebas y testimonios para denunciar. También los vecinos juegan un papel fundamental. «Hay que tratar de mediar con ellos», explican. Entre las soluciones no se encuentra la reubicación, porque ese vacío lo ocuparía otra colonia y conllevaría iniciar un proceso, sin duda, trabajoso. Como única alternativa surge la captura y esterilización, lo que limitaría su reproducción. Más allá de las acciones inmediatas, desde la asociación apuntan al endurecimiento de la ley contra el maltrato animal. «Sin respaldo es muy complicado», afirman. Y, en estos casos, aseguran que pocas veces los denunciantes encuentran ese apoyo. En la protectora entienden el sufrimiento de quienes durante años cuidan a los animales. «Son como sus mascotas».