«Para ser empresario hay que ser optimista». Lo ha dicho hoy Antonio Díaz, presidente de la Confederación de Empresarios de Córdoba (CECO) nada más acabar el acto de presentación del Anuario Económico 2020, en el que Pedro Caldentey ofreció un arsenal de argumentos para creer que el año en curso será el de la recuperación. Sí, es posible, auguró, y siendo él el experto, para qué ponerlo en duda. Ni el fantasma de la cuarta ola, ni la movilidad interrumpida en Semana Santa ni el plan de vacunación avanzando a pasa de tortuga pudieron frenar el mantra del sector empresarial cordobés, deseoso de creer que por más que soplen vientos en contra, el 2021 será el de los brotes verdes. Ver el vaso medio lleno o medio vacío es cuestión de los ojos con los que se mire, habrá que tener fe en los economistas. 

El caso es que para contagiar ese estado de ánimo, que se antoja pieza primordial si se quiere levantar cabeza cuanto antes, la primera teniente alcalde del Ayuntamiento de Córdoba, Isabel Albás, tiró de patriotismo, asegurando que la salida de la crisis llegará más pronto que tarde: «Saldremos de esto porque somos españoles», aseguró convencida. Tomen nota.  Luego, cada sector económico representado mostró su positividad de cara al futuro a su manera, aunque, dicho sea de paso, pocos esperan a día de hoy que la mejoría del paciente se produzca antes del verano. Ni el presidente del Parque Joyero, Rafael Ruiz, que confía en que se pueda reactivar el consumo interior y las ferias internacionales a partir del segundo semestre, ni la presidenta del Foro de Empresarias y Profesionales de Córdoba, Inmaculada Pérez, que considera que para llegar al final del túnel hará falta «la implicación de toda la ciudadanía en el respaldo a los sectores económicos locales», aunque confesó haber visto más optimismo del que se esperaba en su gremio, «mucha lucha y templanza para saber que vendrán tiempos mejores», aseguró.

Optimista empedernida, María Dolores Jiménez, presidenta de los constructores de Córdoba, cree que es el momento ideal para que Córdoba aproveche las oportunidades de esta crisis y saque partido tanto a la base logística como a los fondos europeos para dar un vuelco al modelo económico y resurgir por fin. Positivo también, Antonio Díaz, presidente de CECO, cree que Córdoba tiene grandes potencialidades para recuperar las posiciones que se han perdido. «Todo va a depender de la vacunación», sentenció, coincidiendo con el presidente de las agencias de viajes, Antonio Caño, que consciente de que su sector será el último en recuperarse y sin ánimo de ser aguafiestas, dijo no ver la recuperación hasta el 2022. Alguien tenía que hacer de contrapeso. 

Los intervinientes en la presentación del anuario ofrecieron citas inspiradoras para todos los gustos, como la del director de Diario CÓRDOBA, Rafael Romero, que llamó a la actitud proactiva contra la crisis derivada de la pandemia acudiendo a Franklin D. Roseevelt, que en su discurso de investidura en 1933, tras la Gran Depresión, dijo que «el Gobierno somos nosotros», no los gobernantes sino el pueblo, llamando a remar todos juntos para salir a flote. El jefe de Economía de CÓRDOBA, Francisco Expósito, que destacó las oportunidades que se abren en el futuro inmediato, aludió a un proverbio chino: «El mejor momento para plantar un árbol fue hace 20 años, pero el segundo mejor momento es ahora». Poco después, Caldentey animaba a poner las luces largas para mirar al futuro, tomando prestadas las palabras del primer ministro italiano Mario Draghi, que recientemente sentenció que «esta es la hora de gastar y no de pensar en la deuda». Ya saben. Tiempo habrá de agobiarse, aunque el plazo de los créditos ICO cumpla en breve. Por último, la escritora neoyorquina Madeleine L’Englé fue la elegida por el redactor jefe, Rafael Aranda, que cerró su presentación confiando en que pronto llegaremos al final del túnel, recordando una frase de la autora: «Primero debemos conocer la oscuridad para que podamos apreciar la luz». 

Sea como sea, la esperanza de que la movilidad vuelva más pronto que tarde es lo último que se pierde. Lo de quitarse la mascarilla y abrazar en reencuentros como los de ayer importa menos. El acto en sí fue una prueba de la recuperación incipiente. Si el año pasado, la presentación se suspendió al coincidir con el momento más duro del confinamiento, este 2021 ha visto la luz aunque fuera envuelto en las más estrictas medidas de seguridad. Tras un año en barbecho por las restricciones, el Salón Liceo del Círculo recuperó su esplendor para acoger a unas 90 personas, el máximo aforo permitido. Algo hemos avanzado. Aleluya. Solo faltó la copita y el ágape típico de después. Para eso, aún habrá que esperar bastante más.