- Hace un año se declaró el estado de alarma. ¿Qué cree que se ha hecho bien y qué se debería haber evitado?

- El coronavirus llegó hace un año sin manual de instrucciones. Al principio, el Gobierno de España optó por liderar las medidas de choque en un contexto prácticamente inédito para todos. Aquellas medidas de contención y prevención fueron similares a las de otros países, pero aquí una parte de la clase política, desvinculándose de la gravedad de la situación, prefirió la confrontación cargando contra esas respuestas centralizadas. Después, cuando se superó la primera ola y conocíamos mejor el comportamiento del virus, el Gobierno decidió incorporar al panel de mando a las comunidades autónomas y los que estaban en la confrontación continuaron con el ruido, criticando ahora todo lo contrario a lo que decían antes. Sin duda, esta falta de unión, esta ausencia de empatía, ha sobrado ante una enfermedad que no entiende de izquierdas ni derechas.

- ¿Qué considera prioritario en esta nueva etapa en la que nos encontramos?

- No tendremos superada la situación hasta que la vacunación no se generalice. Eso es evidente. Otorguemos, por tanto, la mayor prioridad a esta acción. Por cierto, desde Montilla hemos solicitado a la Junta de Andalucía máxima transparencia en los datos de vacunación: tener información veraz y actualizada también se ha revelado como un elemento esencial para manejar esta crisis.

- ¿Se muestra optimista con una pronta recuperación de la economía de Córdoba y por qué?

- Creo que aún no somos conscientes del verdadero alcance del impacto económico y social del virus. Sin embargo, nos toca ser optimistas. En Montilla, esa ilusión se plasma en el proyecto Remontamos, una respuesta transversal a muchos ámbitos de la ciudad y de nuestro ayuntamiento con un único objetivo: generar entornos favorables a la inversión y a una filosofía de trabajo.

- ¿Cuál ha sido para usted la mayor enseñanza de esta situación?

- La fortaleza de los servicios públicos. La absoluta dependencia que debe tener España de sus servicios públicos, si de verdad queremos superar episodios de crisis como este en condiciones de igualdad. Si no existiera una sanidad pública robusta, el virus haría estragos entre los grupos sociales más desfavorecidos. Piensen en un escenario generalizado en el que el poder adquisitivo de cada uno fuera el factor determinante para acceder a la vacuna. Sería un fracaso colectivo.