Las calles de la Judería hace mucho que nada tiene que ver con lo que eran; ahora vacías, lúgubres, silenciosas, con manadas de gatos como únicos transeúntes. «¿Dónde están los cordobeses?» -uno no puede evitar preguntarse- «¿Por qué no pasean por las callejuelas?» Remedios Gutiérrez, que regenta la tienda La Cañeta de la calle Céspedes, lo tiene claro: «el cordobés no baja aquí, hay una barrera psicológica que le impide consumir en los negocios del casco histórico; aún se tiene la idea de que en este barrio está todo desorbitado de precio y lo cierto es que no tenemos nada que envidiarle al centro de la ciudad». Como ella, María Amo, Cristina Fernández, Ramón Villegas, Jorge Maestre y Remedios Gutiérrez, todos ellos propietarios de tiendas tradicionales y pertenecientes a la Asociación de Empresarios, Comerciantes y Hosteleros de Judería-Casco Histórico, denuncian ahora el abandono total de los comercios de la zona durante la crisis provocada por el covid-19 y piden a las administraciones una hibernación urgente para «no dejar que muera la Judería de Córdoba».

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Así, María Amo, propietaria de una de las tiendas de souvenirs con más historia de Córdoba, es la única que mantiene su tienda abierta. «Todo está cerrado y no hay actividad ninguna, yo abro para hacer terapia, por no estar en mi casa». Durante las mañanas, dice, aprovecha para hacer gestiones y arreglar papeles porque «clientes no entra ninguno». Los fines de semana anteriores a las restricciones, comenta, sí que había «un movimiento mínimo», pero el nuevo cierre perimetral ha supuesto «una nueva muerte de la Judería». Según Amo, a veces, incluso, llega a sentir «miedo» pues, dice, «la Judería parece una zona de guerra». La facturación de su negocio -ideado para el acompañamiento del turismo- desde marzo es prácticamente nula y la situación «solo se ha agravado» con el cierre de la Mezquita-Catedral, el «principal reclamo turístico de la ciudad».

Varios han sido los comercios que se vieron con ánimo de volver a levantar la persiana tras la reapertura de esta, pero, tras la reciente decisión del Obispado, «no le encuentran sentido a seguir». Así, Cristina Fernández propietaria de una tienda de recuerdos en la calle Magistral francés, decidió abrir en julio y la mantuvo hasta el pasado noviembre «a medio gas». «No se podía mantener, los ingresos son mínimos y los gastos son los mismos de siempre», dice. Ella espera que el cierre de su tienda sea temporal pues el suyo es un negocio familiar que se mantiene abierto desde el año 1969 y que está recientemente reformado. «Sería muy doloroso llegar a ese punto, pero esperamos que no pase», lamenta. La venta de souvenirs, explica, es «incompatible» con el consumo habitual de los cordobeses y, explica, con los almacenes llenos de este género desde febrero -cuando comenzaba la temporada alta en Córdoba-, no se ha podido hacer mucho más. «Si no hay turismo, no podemos vender, necesitamos ayuda urgente, no podemos esperar más».

Un comerciante de la Judería echa la persiana. Foto: FRANCISCO GONZÁLEZ

Por su parte, Ramón Villegas y Toñi Gómez, de Algo Diferente, han mantenido su tienda abierta hasta pasada la Navidad «de resistencia y salud psicológica». Villegas que, además, fue ayer portavoz de la asociación en el Pleno municipal que atendió a las demandas de los comerciantes y hosteleros de la zona, insiste en que la época donde -normalmente- se factura el 50% es desde marzo hasta mediados de junio y que para afrontar esas ventas uno tiene que «acopiarse de mercancía» que, como Fernández, mantiene ahora apilada en el mismo lugar que desde que comenzara la pandemia.

Por último, Jorge Maestre y Remedios Gutiérrez, propietarios de La Cañeta en la calle Céspedes, decidieron cerrar temporalmente su tienda desde el pasado sábado. Ellos dicen estar «desesperados, arruinados y ahogados por la incertidumbre sobre el futuro y qué le depara a su negocio» y, a pesar de que venden platería, bisutería, decoración y moda, expresan que hay «un gran desconocimiento» sobre lo que se puede encontrar en la Judería. «Nos hemos sentido desamparados, hemos trabajado de lunes a domingo por la ciudad y ahora no se nos ha devuelto todo lo que los comerciantes le hemos dado a Córdoba y al turismo».