Los artistas que trabajan en la calle lanzan un grito desesperado al Ayuntamiento de Córdoba, para que revoque o al menos flexibilice su prohibición de actuar durante la Navidad. La decisión tomada el lunes después de las aglomeraciones del fin de semana en el centro ha caído en el sector "como un jarra de agua fría". La primera en pedir al Consistorio otra oportunidad es Valeria Delgado, la joven cantante que el sábado pasado actuó en las Tendillas y sin quererlo provocó que varios grupos de personas se pusieran a bailar y cantar hasta que fueron dispersados por la Policía Local. «Estaba llenísimo todo el centro, quizá podía haberlo gestionado de otra manera, pero la verdad es que me vine arriba y yo veía que la Policía no hacía nada y no pensé que pasaría nada», contó ayer a este periódico, bastante agobiada. La chica de 21 años de edad cuenta que hay «mucha gente que busca un culpable» y le han querido echar la culpa de todo lo que pasó a ella.

Pese a ello, quiere contar su experiencia para que el Ayuntamiento dé marcha atrás: «Por un error que yo tuve no pueden pagar todos los demás», afirmó apenada por sus compañeros, aunque el mismo alcalde fue ayer el que insistió en quitar cualquier responsabilidad a los músicos. "Los músicos no tienen ninguna responsabilidad", dijo ayer José María Bellido, después de prometer ayudas para el sector, que tiene en estas fechas una de sus principales fuente de ingresos. El alcalde lamentó la situación, pero aseguró que es la única manera posible de evitar nuevos problemas de aglomeraciones, En ese sentido, recordó ayer que también se han suspendido este año las atracciones infantiles del Bulevar de Gran Capitán, el alumbrado especial de Cruz Conde o los mercadillos navideños.

Con la misma angustia vive estos días Rafael, voz y flauta del grupo Lugh’s Shamrock. «Esto ha sido un jarro de agua fría, porque vivimos casi al día y es nuestro único ingreso», explica. El sector ya estaba castigado porque este año no tiene apenas conciertos en salas y el turismo ha dejado la zona de la Mezquita como un desierto. «Todos nos hemos venido para el centro», cuenta Valeria Delgado, que como Rafael, propone que la suspensión de licencias sea solo para los fines de semana o los días más fuertes. «Muchos músicos tienen hijos y que pagar un alquiler. No queremos ayudas, queremos trabajar», añade el músico después de decir que con su decisión el Ayuntamiento «mata moscas a cañonazos».

Los músicos consideran que el sábado se produjo la tormenta perfecta (apertura del cierre perimetral, ampliación de los horarios comerciales, alumbrado navideño y ganas de pasarlo bien) y que ellos solo pasaban por allí. «Nosotros tocamos con pantallas de plástico delante de los micros y usamos gel hidroalcohólico, y aunque a veces la gente se para a escucharnos nunca se han formado esas aglomeraciones», concluye Rafael, que se ha dirigido al concejal de Seguridad, Miguel Ángel Torrico, para que reconsidere la situación.