Coincidiendo con el tercer domingo de Cuaresma, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha presidido la celebración eucarística en la Catedral, en la que ha exhortado a los fieles a vivir este momento tan difícil, en referencia a la crisis del coronavirus, para la sociedad con humildad y oración. “Vivimos circunstancias difíciles en las que seguimos las recomendaciones de las autoridades que gobiernan para que, por solidaridad, evitar el contagio y evitar que se dispare la cifra de contagiados. Dios está con vosotros en este momento más que nunca, poned todos los medios que tengáis a vuestro alcance y confiad en Dios”, ha instado el Obispo.

En su homilía, ha indicado también que esta circunstancia será para bien, “porque Dios no permite que suceda nada en nuestra vida si no es para sacar mayores bienes” y ha pedido a los fieles acudir más a Dios y rezar con humildad. “Pidámosle el don del Espíritu Santo y su misericordia, pidámosle con humildad y sinceridad que cure nuestros males de cuerpo y de alma”, ha aclamado.

Una Cuaresma especial

Haciendo alusión a la Cuaresma, Demetrio Fernández ha querido poner de manifiesto que será una Cuaresma especial, se vivirá de otro modo, “con una oración más abundante que nos lo facilitará el estar confinados en nuestros domicilios, teniendo más tiempo para el rezo del rosario, la lectura de la Palabra de Dios y un mayor tiempo para el ayuno que este año nos viene como impuesto a favor de los demás, en orden a un gesto de misericordia y solidaridad”. En este sentido, ha recordado que “todos somos transmisores y hemos de cuidarnos con generosidad y amor para ayudar a los demás”. Asimismo, ha exhortado a todos a tener una oración confiada, “que todos nos sintamos amados de Dios con un amor que nunca hemos experimentado en nuestra vida, que nos hace ser generosos y solidarios con los demás y así nos vamos preparando para la Pascua”.

Finalmente, el prelado ha culminado su intervención haciendo alusión a la celebración del Día del Seminario en este domingo y el próximo, pidiendo al Señor que nos de sacerdotes santos a nuestra diócesis y a la Iglesia Universal, para que den su vida como Jesucristo para la salvación de las almas.

El Obispo encomienda a todos a María Santísima, la Virgen de la Salud, de manera especial en este “tiempo de prueba”.