Como cada mañana, Álvaro Jesús Morales, gerente del bar Los Chopos de María la Judía, ha abierto su establecimiento con total normalidad. Sin embargo, comenta que, en los últimos días, “se está notando menor afluencia de público porque hay mucha incertidumbre”.

Ante la amenaza del coronavirus, que ya ha llegado a Córdoba capital, señala que “la gente está tomando precauciones: se limpian las manos e incluso algunos se han traído sus propios geles desinfectantes”.

El bar Los Chopos es un negocio familiar del que depende mucha gente, por lo que asegura Morales que “para nosotros, cerrar sería una ruina porque, pensando en los trabajadores, habría que tomar medidas incómodas y desgraciadas”. "Sería una terrible noticia”, concluye. No obstante, por ellos no va a faltar prevención, ya que “se está haciendo una limpieza mucho más exhaustiva, cuidando mucho más el producto y usando guantes”, concluía Álvaro Jesús.

Por su parte, Jesús Maldonado, gerente del Bar Santos, afirma que “se está notando que la gente viene menos, tanto los turistas como la gente local han ido desapareciendo en la última semana”. Situado en la calle Magistral González Francés justo en frente de la Mezquita-Catedral, el Bar Santos se ha convertido en la historia reciente de Córdoba en una parada obligatoria tanto para visitantes extranjeros como para cordobeses, aunque cabe decir que en el mediodía de este jueves los alrededores tanto del bar como del enclave tenían poco tráfico de público.

“Hay menos gente en la calle y eso está provocando que nos veamos afectados más económica que físicamente”, decía un Maldonado que también sostenía que “en el bar estamos tranquilos y usando guantes, desinfectantes y material de higiene para prevenir posibles contagios”. Al ser preguntado sobre la posibilidad de que acaben cerrando comercios al igual que está sucediendo en Italia, Jesús aseguraba que “cerrar sería una muy mala noticia de cara al futuro porque, por suerte o por desgracia, tengo once personas a mi cargo, el alquiler del negocio, luz, agua, etcétera, y eso habría que pagarlo sin generar los ingresos habituales”.

Al otro lado de la barra, los clientes habituales de bares y restaurantes de la ciudad han seguido, por lo menos en los últimas horas, acudiendo a sus lugares de referencia. Es el caso de Rafael Ruiz, cliente del bar La Cavea - situado en una Plaza de Jerónimo Páez que apenas contaba con dos mesas ocupadas -, que comentaba café en mano que “miedo no creo que haya que tener mucho, es verdad que hay un poco de riesgo, pero confío en que los bares que frecuento estén tomando medidas de prevención”. Sin embargo, Ruiz también piensa que “si es necesario cerrar todos los comercios durante unos días para que no repercuta en nuestra salud, que se haga”.

Por el contrario, Diego Salvador, Julián Povedano, Jorge Castro, Claudia Sauceda y Fátima Nieto, compañeros de la Escuela de Arte Dramático, aseguraron mientras desayunaban en la terraza del “Café Viena” que les agobiaba bastante “la posibilidad de no poder vernos tal y como estamos ahora en unos días”. Aparte, los cinco coincidieron en que “estar encerrados en casa no sería buena noticia porque significaría un cambio en nuestro día a día, que, al final, son cosas como esta, estar en un bar desayunando con amigos”.