El café bar Hermanos Bonillo abrió sus puertas en 1989 como un negocio familiar que servía comida tradicional cordobesa. Con los años ha ido ganando en popularidad y no hay un solo vecino de Levante que no conozca este establecimiento.

Al frente está Bartolomé Bonillo, heredero junto con su hermano del bar que abrieron sus padres hace casi treinta años. Pero si por algo el negocio ha ido ganando fama ha sido gracias a sus enormes flamenquines de elaboración casera, que miden 50 centímetros de longitud y que tienen que hacerse en unas freidoras especiales fabricadas a medida. Los flamenquines, subraya Bartolomé, siguen la receta tradicional y están elaborados con productos de primera calidad. Se enrollan a diario y se consumen ese mismo día, por eso cada mañana su madre, responsable de la cocina, comienza su jornada laboral a las 5.30 horas para no apurar el tiempo.

Este establecimiento ha aumentado su popularidad y son muchos los cordobeses de otros barrios los que acuden al bar en busca de sus atractivas recetas.