Cuatro y media de la tarde. Entre 35 y 40 grados al sol. En una glorieta de la carretera del Aeropuerto varios agentes de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil de Córdoba colocan la señalización que indica que se va a llevar a cabo un control de alcoholemia.

En él participan unos seis agentes, coordinados por el capitán Ignacio Varela, que explica que lo que se pretende es "garantizar la seguridad", por eso cualquier hora es buena para realizar esta actividad rutinaria. A estas horas la citada vía está muy concurrida por conductores que van o vienen del trabajo o personas que acceden o regresan de sus parcelaciones. Algunos trabajadores inician su ruta después de haber comido.

El control duró aproximadamente una hora y el resultado es bastante satisfactorio: de unas 80 pruebas realizadas solo una dio positiva, 0,40 gramos de alcohol por litro de sangre, cuando el máximo permitido es de 0,25. El conductor en cuestión, llamado Antonio, reconoció a los agentes (y a este periódico) que comiendo había consumido "tres tubos de cerveza", pero que en sus 50 años era "la primera vez doy positivo" y añadió que aunque reconocía que los agentes "hacen su trabajo y hay que cumplir la ley", por lo que no tenía nada que objetar, él sabía que estaba en condiciones de conducir, todo ello, hay que decirlo, en un diálogo educadísimo y correcto.

Aunque el control era de alcohol, se detectaron otras tres irregularidades, dos ITV caducadas y un conductor que no llevaba el cinturón de seguridad, a los que se les extendió la correspondiente sanción.

Pese a que a bastantes conductores controlados les cambiaba la cara cuando el agente les pedía que pararan, después todos reconocían a este periódico que "está bien que hagan estos controles", aunque Julián se quejara de que era "la segunda vez que me lo hacéis hoy", dando negativo en ambos casos. "Es que nos hacen perder mucho tiempo", dijo mientras ponía su coche en marcha. Por su parte, Francisco, que es camionero, se mostró tajante: "Me parece estupendo, no es lógico que porque uno se harte de beber ponga en peligro a familias enteras". Y Jesús, un conductor que lleva 36 años con el carnet, aseguró que "no solo miran por el que bebe sino también por mí, que no lo hago".