"¡A ver cómo suena esa joya!", se escuchó en el patio de butacas. Y, en ese momento, los sones de una zanfoña anunciaron el comienzo del espectáculo que cerraba la actuación magistral de Los Malaventurados. Un popurrí maravilloso, dulce, enérgico, melodioso, sublime. Una voz, otra, otra más, y todas afinadas al milímetro. Una exquisitez que degustaron con emoción los espectadores del Gran Teatro Falla de Cádiz. Pocos --el reloj marcaba la una de la madrugada del domingo--, pero dispuestos a escuchar y deleitar sus oídos con Carnaval categóricamente bueno. Hasta las apáticas ninfas aplaudieron.

La comparsa cordobesa de Miguel Amate y José Manuel Aranda se presentó este año sobre las tablas del coliseo gaditano con un tipo de campesino medieval convertido en guerrero de unas tierras rodeadas de olivos y custodiadas por un castillo que bien podría ser el de Almodóvar. Con el logotipo del Carnaval de Córdoba en sus ropas y escudos, dejaron claras sus intenciones desde el primer momento. En definitiva, una preciosa manera de describir su tipo, muy simpático, alegre y alejado de la oscuridad del año pasado, en esta primera parte de su repertorio con aires medievales.

Crítica a Obama

Los pasodobles contienen un trío con un compás precioso y muy pegadizo. En el primero invitaron a alistarse en su ejército de coplas a todos los que se sientan malaventurados; el segundo fue una crítica con mucho sentido al premio Nobel de la Paz que recibió Obama y sin ningún tapujo denunciaron la participación de Estados Unidos en guerras como la de Afganistán.

Los cuplés no se quedaron atrás en nada. Relataron el miedo que pasan cada noche cuando aparecen dos niñas "clavaditas a las de Zapatero" y los problemas que tuvo un amigo que tuvo la mala suerte de ir al Ayuntamiento de Cádiz justo el día en el que se escaparon los toros de la película de Tom Cruise. El estribillo es corto, efectivo, bonito... lo tiene todo para ser coreado en febrero. "Que me recuerden con alegría, tirititrán, tran, tran, tran".

En definitiva, fue todo un derroche de arte y gracia con una interpretación al mismo nivel que el repertorio. El pase a cuartos de final está asegurado.