"Muchas veces el mayor problema no es tanto la soledad como que, al seguirse unos valores tradicionales, una estructura familiar que cada vez es más difícil de mantener, se considera un fracaso vivir sin los hijos, no tanto por sus cuidados como por su simple presencia", explica el sociólogo y profesor granadino Víctor Javier Mora. El experto valora así la cifra estimada de 26.000 personas y parejas mayores de 65 años que viven solas en casa, una realidad que resulta "tan dura de vivir como de admitir", explica Mora.

Dos ejemplos dan la razón al sociólogo, casos bien distintos de personas mayores que viven solas en Córdoba pero que ilustran la situación desde distintos ángulos: Daniel y Manuela, ambos nombres ficticios porque "lo último que quiero es que mis hijos se llevaran un disgusto" al ver sus declaraciones en la prensa, afirma Daniel, prohibiendo incluso que se dé a conocer en qué barrio reside. Este hombre, viudo a sus 72 años, no reconoce estar solo. "Estoy mejor que antes, porque han puesto ascensor en el bloque y ya puedo entrar y salir cuando quiero", dice al recordar cómo sus pesadas piernas le tenían casi secuestrado en casa, en un tercero. "Mis hijos tienen su vida, pero yo voy bien. En Navidades siempre nos juntamos", dice Manuel que, por otra parte, afirma que no ve a sus vástagos desde hace cinco semanas.

Tampoco Manuela, en un barrio más acomodado, reconoce sentirse sola. Con 76 años, su marido ya está muy achacoso y hace tres años que ingresaron a su hija, con una discapacidad psíquica en una residencia, ya que no podía cuidarla como antaño. Tiene otro hijo y una hija en otras dos ciudades españolas, y aunque contribuyen económicamente con giros semanales, los echa de menos. Eso sí, "mientras no me falte mi marido... Yo voy cuando puedo a la residencia y en este barrio conozco a la gente de toda la vida". Manuela sentencia: "¿Sola? hay gente que vive con muchos bajo el mismo techo y sí que están solos". Quizás no le falte razón viendo cómo evoluciona la sociedad.