Son dos mujeres con vidas casi paralelas. María Jesús Agüera se jubiló de forma anticipada en 2003 y Virginia Nevado lo hará a finales de este curso. Ambas reconocen que las clases que han impartido a cientos de niños de Infantil les han llenado de satisfacciones. Pero el tiempo agota y también hay que saber poner punto y aparte. Porque --según expresan-- la jubilación "no es el final de una vida". Ni mucho menos. Pueden disfrutar de mañanas y tardes, y abrazar la libertad que les resta el trabajo.

Así lo asegura Virginia, con 60 años y 39 de tiempo de servicio. Reconoce que la desmotivación se ha apoderado en muchos casos de esta profesión, lo que implica que los maestros están deseando cumplir los 60 para poder jubilarse voluntariamente. Comenta que después de asumir la dirección del colegio Cronista Rey Díaz, hace tres años, es cuando realmente se dio cuenta de "cómo ha cambiado la escuela". Considera que "los directores ya no tienen tiempo para dedicarse a la enseñanza, sino que son gestores que trabajan a todas horas del día, y también en casa", subraya.

Virginia comenzará el próximo curso una nueva vida más cerca de su familia y podrá realizar aquellos viajes que siempre deseó. Se marchará con muy buenos recuerdos, aunque admite que los primeros años "fueron muy duros". "Me mandaron a un colegio rural entre Montoro y Cardeña, y con mi Seiscientos allí que iba por un camino de piedras y tierra". Pero reconoce que fue muy feliz. "Entonces, los niños te escuchaban, te respetaban, pero ahora muy pronto se suben a las barbas".

María Jesús Agüera se despidió del colegio a los 60 años y con 35 de tiempo de servicio. Recuerda que le costó rellenar la solicitud de la jubilación, pero, al final, accedió aconsejada por su marido y ante los problemas que tiene de corazón. A su juicio, "se trabaja mucho en la escuela, pero qué pena que el maestro haya perdido el valor que tenía, porque ahora está indefenso". Lamenta que los niños de hoy "no son como los de antes, que eran más tranquilos y respetuosos". Atrás quedan "los inviernos helados y los veranos que nos asfixiábamos porque solo teníamos algún braserito y un ventilador", recuerda María Jesús, quien aún hoy colabora en distintas actividades del colegio Miraflores como fotógrafa y cuentacuentos. Sin duda, dos jubilaciones anticipadas con experiencias satisfactorias.