Como si de un día veraniego lleno de turistas se tratase, aunque con el cielo encapotado, decenas de autocares arribaron ayer a Córdoba y vertieron ríos de gente sobre distintas zonas de la ciudad --avenida de Cádiz, alrededores de la Mezquita o el Alcázar de los Reyes Cristianos--. Se trataba de la trigésimo segunda peregrinación mariana lasaliana, un acto ya tradicional en cada comienzo de curso que realizan los centros educativos pertenecientes a la orden de San Juan Bautista de La Salle, que este año se celebraba en la ciudad califal merced al cincuentenario del colegio La Salle de Córdoba y que, durante toda la jornada de ayer, congregó a unas 2.000 personas entre padres, profesores y alumnos, tanto antiguos como actuales, procedentes de Sevilla, Cádiz, Almería y el resto de puntos por los que se reparte la veintena de centros lasalianos en Andalucía.

La intermitente lluvia no fue un impedimento para realizar todos los actos previstos, desde la eucaristía celebrada en la Catedral por la mañana hasta la recepción municipal --presidida por la alcaldesa, Rosa Aguilar-- llevada a cabo en el Alcázar o la convivencia desarrollada en el propio centro privado concertado, quizás el momento más íntimo e integrador entre toda la comunidad lasaliana desplazada a Córdoba. Junto a ellos, la peregrinación acaparó la mayor atención. Partió del Patio de los Naranjos y realizó su recorrido hasta llegar al Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta.

Como comentó José Javier Cabrero, que fue director de La Salle en Córdoba de 1990 a 1997, este día es "alegre y reconfortante", ya que sirve de reencuentro. Asimismo, el hermano Diego Apresa, actual director del centro, valoró muy positivamente la jornada --en especial la ofrenda floral a la Virgen de la Fuensanta, cuyos ramos y coronas copaban el pasillo central del templo a la espera de ser depositados en el altar-- y afirmó que este acto público-religioso potencia los ideales de "fe, servicio y comunidad" presentes en la enseñanza de La Salle.